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Día 5. Entre regateos en Chinatown y Broadway

11 octubre 2005

Día 5. Entre regateos en Chinatown y Broadway

Amanece en Manhattan con ese bullicio característico que nunca cesa y que ya se ha convertido en banda sonora de nuestras vacaciones. El plan de hoy nos lleva nuevamente a Chinatown, pero esta vez con una misión muy concreta: mi amiga Ana está empeñada en encontrar un bolso de un modelo específico que vio hace unos días, y nos ha convencido a todos para unirnos a su particular "expedición comercial".

El arte del regateo en las calles de Chinatown #

Hay algo fascinante en adentrarse en Chinatown cuando ya conoces sus códigos. No se trata simplemente de comprar lo que está a la vista en los escaparates, sino de sumergirse en un ritual donde las palabras correctas abren puertas —literalmente. Nada más llegar, nos dirigimos directamente a Canal Street, el epicentro comercial del barrio, donde los puestos callejeros se alternan con pequeñas tiendas abarrotadas de mercancía.

La búsqueda del bolso nos lleva por varios establecimientos donde, tras mostrar interés por algún artículo expuesto, el dependiente nos invita con gestos discretos a pasar a trastiendas ocultas tras cortinas o puertas disimuladas. Es en estos espacios donde se despliega el verdadero catálogo, lejos de miradas indiscretas. Me resulta sorprendente cómo, a pesar de haber estado ya en el barrio, cada visita revela nuevos rincones y secretos comerciales.

El ritual del regateo se convierte en una actividad casi deportiva. Observo con admiración cómo Ana, normalmente tímida en España, se transforma en una feroz negociadora que no acepta el primer precio ni el segundo. "Too expensive", repite con convicción mientras hace el gesto de marcharse, estrategia que invariablemente provoca que el vendedor la llame para ofrecerle un descuento. Después de la tercera tienda, finalmente encuentra su ansiado bolso y lo consigue por un precio que nos hace sentir auténticos triunfadores urbanos.

Century 21: El paraíso de las marcas a precios de ensueño #

Con el éxito del bolso celebrado y después de tomar un almuerzo ligero en un pequeño local de dim sum (donde por cierto, nos sirven las mejores empanadillas de gambas que he probado jamás), nos dirigimos hacia el famoso outlet Century 21, muy cerca de la Zona Cero. La tienda es un auténtico laberinto de varias plantas donde las marcas más exclusivas conviven con precios sorprendentemente asequibles.

Me encuentro ante estanterías repletas de Diesel, Calvin Klein y Ralph Lauren a precios que hacen que me plantee seriamente si necesito una maleta adicional para el viaje de vuelta. Acabo sucumbiendo ante unos vaqueros de diseñador que en España costarían fácilmente el doble, y también aprovecho para comprar algunos regalos para la familia: un bolso para mi madre y una cartera de piel para mi padre que seguro apreciará.

La experiencia en Century 21 requiere paciencia y algo de estrategia. Los probadores están siempre llenos y las colas para pagar pueden ser desalentadoras, pero el hallazgo de auténticas gangas compensa con creces estos pequeños inconvenientes. Además, hay algo especialmente satisfactorio en regresar a casa no solo con recuerdos, sino con trofeos tangibles de marcas internacionales conseguidos a precio de ganga.

Broadway: Luces y emociones en "Sweet Charity" #

Con las bolsas de compras ya en el hotel y tras un breve descanso para refrescarnos, enfilamos hacia Broadway para completar nuestra inmersión en la escena teatral neoyorquina. Esta noche tenemos entradas para "Sweet Charity", un clásico que siempre he querido ver representado en la meca del teatro musical.

El Ambassador Theatre nos recibe con su fachada iluminada y el característico bullicio de los teatros en hora punta. Hay algo mágico en esa energía previa al espectáculo, con gente de todas partes compartiendo la anticipación. Nuestros asientos no son los más cercanos al escenario, pero tampoco importa demasiado; la acústica es perfecta y el espectáculo resulta absolutamente arrebatador.

La historia de Charity Hope Valentine, esa bailarina eternamente optimista a pesar de su mala suerte en el amor, cobra vida con una puesta en escena dinámica y unas coreografías que me dejan sin aliento. El número "Big Spender" arranca aplausos espontáneos del público, y me encuentro tarareando "If My Friends Could See Me Now" cuando salimos del teatro, contagiado por la vitalidad del espectáculo.

Atardecer en el SoHo y cierre en Time Warner Center #

El día aún nos regala unas horas, y decidimos aprovecharlas paseando por el SoHo antes de nuestra parada final. Este barrio, con sus edificios de hierro fundido y sus calles adoquinadas, ofrece un contrapunto perfecto a la verticalidad de Midtown. Los escaparates de galerías de arte alternan con boutiques de diseñadores emergentes, creando una atmósfera bohemia y sofisticada a partes iguales.

Recorremos Spring Street y Prince Street, deteniéndonos ocasionalmente para admirar alguna exposición visible desde la calle o simplemente para absorber el ambiente. A diferencia del ritmo frenético de Times Square, aquí se respira un aire más relajado, más europeo si cabe, que me resulta particularmente acogedor.

Recorriendo las calles del SoHo
Recorriendo las calles del SoHo

Para cerrar la jornada, decidimos acercarnos al Time Warner Center, ese complejo comercial y residencial de dos torres que domina Columbus Circle. La entrada al atrio central, con su vista privilegiada de Central Park, ofrece una perspectiva diferente de la ciudad mientras la luz del atardecer tiñe de dorado los rascacielos circundantes.

Terminamos cenando en Whole Foods Market, en el nivel inferior del centro, donde el concepto de supermercado ecológico alcanza dimensiones mastodónticas con una variedad de productos preparados que haría palidecer a cualquier establecimiento europeo similar. Sentados junto a los ventanales con vistas a Central Park South, repasamos la intensa jornada mientras saboreamos una cena informal pero deliciosa.

Regresamos al hotel caminando por la Sexta Avenida, bajo las luces ya encendidas de la ciudad que nunca duerme. Cinco días en Nueva York y todavía me sorprende su capacidad para ofrecer experiencias tan diversas en una sola jornada: del bullicio multicultural de Chinatown a la sofisticación de Broadway, pasando por el consumismo inteligente de los outlets y la elegancia discreta del SoHo. Cada rincón de esta ciudad parece tener una personalidad propia, y aún nos quedan muchos por descubrir.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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