El jueves amaneció con ese cielo luminoso tan característico de Andalucía. Tras un desayuno tranquilo en nuestro apartamento, decidimos comenzar la jornada con un paseo junto al Guadalquivir, ese río mítico que ha definido la historia y la fisonomía de Sevilla durante siglos. Si París tiene el Sena y Londres el Támesis, Sevilla no se entiende sin su Guadalquivir, arteria fluvial que conectó la ciudad con América y la convirtió en la puerta de entrada a Europa de las riquezas del Nuevo Mundo.
Caminamos por el paseo fluvial disfrutando de la agradable temperatura matinal y admirando las vistas del río con sus puentes históricos, como el de Triana, y los modernos, como el del Alamillo o el de la Barqueta. La luz se reflejaba en las aguas creando ese juego cromático que tanto han intentado capturar pintores e ilustradores a lo largo de la historia.
La Nao Victoria: un viaje alrededor del mundo sin salir de Sevilla #
Durante nuestro paseo ribereño nos encontramos con uno de esos atractivos que suelen pasar desapercibidos en las guías turísticas convencionales: la réplica de la Nao Victoria. Esta embarcación es una reproducción fiel del navío que, bajo el mando de Juan Sebastián Elcano (tras la muerte de Magallanes), completó la primera circunnavegación del mundo entre 1519 y 1522.
La Nao Victoria es un pequeño museo flotante que permite comprender las condiciones en las que se realizaban las travesías oceánicas en el siglo XVI. Al subir a bordo, lo primero que sorprende son las dimensiones reducidas del barco: apenas 26 metros de eslora. Resulta casi increíble pensar que una embarcación tan pequeña pudiera completar semejante hazaña, albergando a más de 40 tripulantes durante tres años de navegación.
Recorrer sus cubiertas, asomarse a los pequeños camarotes y a la bodega, observar los instrumentos de navegación de la época y las condiciones de vida a bordo es una experiencia fascinante que nos transporta a uno de los momentos más épicos de la historia de la exploración. Los paneles informativos y las recreaciones ayudan a imaginar el día a día en el navío, las dificultades enfrentadas, las raciones de comida, las enfermedades y las tormentas.
Mi pareja, que siempre ha sentido especial interés por la historia naval, disfrutó enormemente de esta visita. Yo, que ya había estado en el Museo Naval de Madrid, encontré aquí un complemento perfecto para entender de manera vivencial lo que allí había aprendido de forma teórica.






De la Torre del Oro a los jardines históricos #
Continuamos nuestro paseo junto al río pasando frente a la icónica Torre del Oro, esa construcción almohade del siglo XIII que debe su nombre al reflejo dorado que sus azulejos proyectaban sobre el Guadalquivir. Aunque en visitas anteriores había subido a su mirador, coincido con los comentarios de muchos viajeros: su interior no es especialmente memorable, y solo merece la pena si coincide con un día de entrada gratuita o si se es un apasionado de la historia naval (alberga una pequeña exposición).
Desde allí nos dirigimos hacia la Puerta de Jerez, uno de esos espacios urbanos que han cambiado radicalmente con las sucesivas remodelaciones de la ciudad. Actualmente es una plaza agradable dominada por la fuente de Hispalis y punto de encuentro habitual para sevillanos y turistas.
A pocos pasos se encuentran los Jardines de Murillo, un remanso de paz que bordeamos para internarnos en uno de los rincones más encantadores y menos conocidos de Sevilla: la Calle del Agua. Esta estrecha vía, que discurre paralela a la muralla de los Reales Alcázares, debe su nombre a las canalizaciones que en época musulmana llevaban el agua a los palacios. Caminar por ella en un día soleado, con el rumor del agua corriendo por los canalillos, el aroma de las flores y la sombra de los naranjos, es una experiencia sensorial que trasciende el simple turismo.
Continuamos nuestro paseo por el entramado de callejuelas del barrio de Santa Cruz, antiguo barrio judío convertido hoy en uno de los más pintorescos de Sevilla. Sus plazas recoletas, como la de Doña Elvira o la de los Venerables, sus rincones llenos de historia y leyendas, sus balcones floridos y sus tabernas tradicionales conforman un conjunto urbano de belleza incomparable.








La Catedral y la Giralda: el corazón monumental de Sevilla #
Tras un almuerzo ligero en una de las muchas tabernas del centro, nos dirigimos hacia el que iba a ser el plato fuerte del día: la visita a la Catedral y la Giralda. Habíamos reservado entrada para las 14:45, lo que nos permitió acceder sin las largas colas que suelen formarse en temporada alta.
La Catedral de Sevilla impresiona desde todos los puntos de vista. Construida sobre la antigua mezquita almohade tras la reconquista cristiana, es el templo gótico más grande del mundo y el tercero en tamaño entre todas las iglesias cristianas. Sus dimensiones son sencillamente abrumadoras: 126 metros de largo por 83 de ancho y casi 42 metros de altura en la nave central.
Al entrar, la sensación de inmensidad te sobrecoge. La visita comienza habitualmente por el lado derecho, recorriendo las numerosas capillas laterales, cada una con sus tesoros artísticos. Destacan la Capilla Real, donde reposan los restos de Alfonso X el Sabio y de Fernando III el Santo; la Capilla Mayor, con su impresionante retablo gótico (el mayor de la cristiandad); y por supuesto, el monumento funerario de Cristóbal Colón, sostenido por cuatro figuras que representan los reinos de Castilla, León, Aragón y Navarra.
El coro, con su magnífica sillería tallada por diversos maestros; el órgano, uno de los más valiosos de España; y el tesoro, con piezas de orfebrería de valor incalculable, son otras paradas obligadas. Sin olvidar el Patio de los Naranjos, reminiscencia del antiguo patio de abluciones de la mezquita, que aporta luz y serenidad al conjunto.






Pero si hay un elemento que define el perfil urbano de Sevilla, ese es la Giralda. La antigua torre del almuédano, transformada en campanario cristiano, se eleva hasta los 104 metros de altura. Su ascenso es peculiar: en lugar de escaleras, cuenta con 35 rampas que permitían al muecín subir a caballo cinco veces al día para llamar a la oración en época musulmana. Esta característica la convierte en una torre sorprendentemente accesible.
La subida, aunque larga, no es especialmente fatigosa gracias a estas rampas. A medida que ascendemos, pequeñas ventanas nos permiten ir descubriendo vistas parciales de la ciudad. Pero es al llegar a lo más alto cuando el panorama se despliega en toda su magnificencia: Sevilla a nuestros pies, con su entramado de calles, sus monumentos, el río, los puentes, los parques... Una visión que por sí sola justifica la visita a la catedral.
Mi pareja, que había mostrado cierto escepticismo sobre la relevancia de los monumentos religiosos frente a otros atractivos turísticos, quedó completamente impresionado. "Ahora entiendo por qué insistías tanto en visitar la catedral", me confesó mientras contemplábamos la ciudad desde las alturas. Y es que hay experiencias que, por muy descritas que estén en las guías, solo se comprenden cuando se viven en primera persona.






Rincones secretos: la Plaza del Cabildo y el Palacio de San Telmo #
Al salir de la catedral, con los sentidos aún saturados de tanta belleza y grandiosidad, decidimos buscar contrastes en lo pequeño y discreto. Y qué mejor ejemplo que la Plaza del Cabildo, uno de esos rincones poco conocidos de Sevilla a pesar de estar a escasos metros de la catedral.
Esta plaza semicircular, oculta tras una pequeña entrada en arco desde la Avenida de la Constitución, es un remanso de paz en pleno bullicio turístico. Construida en 1832 en estilo neoclásico, alberga hoy pequeños comercios y suele ser punto de encuentro de coleccionistas filatélicos y numismáticos los domingos por la mañana. Su forma peculiar, su fuente central y la luminosidad que le aporta su encalado la convierten en un delicioso secreto arquitectónico que merece la pena descubrir.
Continuamos nuestro paseo por el centro histórico, disfrutando del simple placer de perdernos por callejuelas sin rumbo fijo, hasta que se acercó la hora de nuestra siguiente visita programada: el Palacio de San Telmo, para el que teníamos entrada a las 18:00.
El Palacio de San Telmo es uno de esos tesoros monumentales que muchos visitantes de Sevilla pasan por alto, quizás porque hasta hace relativamente poco no estaba abierto al público de manera regular. Actualmente es la sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, pero ofrece visitas guiadas gratuitas algunos días de la semana, siempre con reserva previa.
El edificio, una imponente construcción barroca iniciada en el siglo XVII como sede de la Universidad de Mareantes (escuela naval), impresiona desde el exterior con su monumental portada atribuida a Leonardo de Figueroa, decorada con múltiples figuras escultóricas relacionadas con el mar y la navegación.
La visita guiada nos permitió recorrer los salones principales del palacio, magníficamente restaurados tras su adquisición por los Duques de Montpensier en el siglo XIX y su posterior cesión a la archidiócesis de Sevilla en el XX. Las estancias destacan por sus artesonados, sus suelos de mármol, sus pinturas murales y su mobiliario de época, configurando un conjunto de gran valor artístico e histórico.
Especial mención merece la Capilla, obra maestra del arquitecto Balbino Marrón, con sus magníficas pinturas murales de Joaquín Domínguez Bécquer; el Salón de los Espejos, que evoca los grandes salones palaciegos franceses; y el despacho del Duque, con sus impresionantes librerías de caoba.
La visita, conducida por guías con profundos conocimientos históricos y artísticos, nos permitió además conocer las vicisitudes del edificio a lo largo del tiempo, las personalidades que lo habitaron (incluyendo a la infanta María Luisa Fernanda y su esposo Antonio de Orleans) y las transformaciones que ha experimentado hasta llegar a su estado actual.
Salimos del palacio cuando ya había oscurecido. Las luces artificiales iluminaban la fachada, creando un efecto dramático que resaltaba aún más la riqueza decorativa de la portada. Paseamos un rato por los jardines adyacentes, disfrutando de la tranquilidad de la noche sevillana.
El día había sido intenso pero extremadamente satisfactorio. Cenamos en un pequeño local cercano a nuestro apartamento, comentando todo lo visto y anticipando las visitas del día siguiente. La Sevilla monumental nos había mostrado algunas de sus mejores joyas, pero aún quedaban muchos tesoros por descubrir.




Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
Descubre Bilbao
Bienvenido a mi Bilbao, una ciudad que reinventa su pasado industrial en un presente lleno de arte, sabor y sorpresas. Aquí encontrarás rutas, paseos y eventos tanto de Bilbao como de sus alrededores