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Día 2. Entre ruinas romanas, rascacielos y murallas prohibidas

02 febrero 2022

Día 2. Entre ruinas romanas, rascacielos y murallas prohibidas

Amanecimos con ese suave sol de invierno sevillano que se filtra tímidamente por las ventanas, prometiendo una jornada perfecta para explorar. Después de un desayuno rápido en el apartamento, nos pusimos en marcha hacia nuestro primer destino del día: Itálica, la antigua ciudad romana situada a pocos kilómetros de Sevilla, en el actual municipio de Santiponce.

Durante mis anteriores visitas a Sevilla, nunca había incluido Itálica en el itinerario, quizás por esa tendencia que tenemos de priorizar siempre el centro de las ciudades. Esta vez, sin embargo, tenía claro que no podíamos perder la oportunidad de conocer este enclave histórico de primer orden, cuna de dos emperadores romanos: Trajano y Adriano.

El trayecto en autobús desde Sevilla a Santiponce es sencillo y relativamente corto. Al descender, un paseo de apenas unos minutos nos llevó hasta la entrada del recinto arqueológico. Y allí estaba, desplegándose ante nosotros, la magnificencia del pasado romano hispánico.

Las milenarias piedras de Itálica: un viaje al pasado imperial #

Itálica sorprende ya desde su historia, que nos recibió en los paneles informativos a la entrada. Fundada en el año 206 a.C. por el general Publio Cornelio Escipión para asentar a los soldados heridos tras la batalla de Ilipa contra los cartagineses, es la primera ciudad romana establecida fuera de la península itálica. Su nombre, precisamente, evoca esa conexión con Italia, como un recordatorio a los veteranos de su tierra de origen. Lo que comenzó como un asentamiento militar, floreció hasta convertirse en una próspera ciudad que alcanzó su máximo esplendor en tiempos de Adriano, cuando se amplió con el barrio que hoy conocemos como Nova Urbs.

Al adentrarnos en el yacimiento, lo primero que impresiona es el anfiteatro, uno de los mayores del Imperio Romano. Sus dimensiones son apabullantes: 160 metros de eje mayor, 137 de eje menor y capacidad para unos 25.000 espectadores, en una época en que la ciudad apenas llegaba a los 8.000 habitantes. Esto sugiere que el anfiteatro servía también a las poblaciones de los alrededores, confirmando la importancia de Itálica como centro regional.

Anfiteatro de Itálica Anfiteatro de Itálica Anfiteatro de Itálica Anfiteatro de Itálica
Anfiteatro de Itálica

Recorrer sus galerías, descender a la fossa bestiaria (el foso donde mantenían a las fieras antes de los espectáculos), contemplar las gradas donde se sentaban los distintos estamentos sociales y pisar la arena donde gladiadores y bestias luchaban por su vida produce una sensación indescriptible de conexión con el pasado. Mi pareja, quedó fascinado al explicarle cómo funcionaban las trampillas, montacargas y sistemas hidráulicos que permitían efectos especiales durante los juegos, todo un prodigio de ingeniería para su época.

Desde el anfiteatro, nos adentramos en la Nova Urbs, el barrio adrianeo construido siguiendo un perfecto trazado hipodámico, con calles amplias y perfectamente perpendiculares. Aquí es donde se concentran las casas más lujosas, auténticas mansiones que revelan el elevado nivel de vida de la aristocracia italicense. Las calles conservan aún el pavimento original, con sus losas de piedra pulidas por el paso de carros cuyos surcos son todavía visibles, y los sistemas de alcantarillado y distribución de agua que evidencian el alto grado de desarrollo urbano.

La Casa del Planetario nos dejó sin aliento con su espectacular mosaico central que representa a los dioses planetarios: Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y Sol, cada uno asociado a un día de la semana. La precisión en el diseño, la viveza de los colores conservados y la complejidad iconográfica demuestran el refinamiento cultural de sus habitantes. No menos impresionante es la Casa de los Pájaros, cuyo patio central está decorado con un mosaico de aves de distintas especies representadas con un realismo sorprendente.

Quizás el momento más emotivo fue al contemplar el mosaico del Laberinto de la Casa de Neptuno, donde mi pareja, que había guardado silencio hasta entonces, me susurró: "Es increíble pensar que hace dos mil años, alguien caminaba sobre estos mismos suelos, bajo el mismo cielo". Y tenía razón: Itálica tiene esa capacidad de hacer tangible el pasado, de acortar la distancia temporal hasta casi poder rozar con los dedos la vida cotidiana de sus antiguos habitantes.

Anfiteatro de Itálica Anfiteatro de Itálica Anfiteatro de Itálica
Anfiteatro de Itálica

Las termas mayores son otro testimonio del lujo y la sofisticación de la ciudad. Este complejo sistema de baños públicos, con sus distintas salas a diferentes temperaturas (frigidarium, tepidarium y caldarium), sus vestuarios (apodyterium) y sus espacios de ejercicio (palestra), no solo cumplía una función higiénica, sino también social. Al contemplar los restos de los hipocaustos (el sistema de calefacción bajo el suelo) y las piscinas revestidas de mármol, es fácil imaginar las animadas conversaciones entre ciudadanos que aquí tenían lugar, los negocios que se cerraban o los chismes que se intercambiaban entre baño y baño.

El Traianeum, templo dedicado al culto imperial y en especial al emperador Trajano, nacido en la propia Itálica, impresiona por sus dimensiones y la calidad de los materiales empleados. Aunque hoy solo quedan los cimientos y algunas columnas, los paneles reconstructivos permiten imaginar su esplendor original, con su enorme plaza porticada, sus estatuas colosales y su decoración lujosa, todo un símbolo del orgullo cívico y la lealtad al poder imperial.

Mientras recorríamos estos espacios, un guía que pasaba con otro grupo mencionó un dato que me pareció revelador: muchas de las piezas más valiosas encontradas en Itálica, como estatuas y elementos arquitectónicos, se dispersaron por diversos museos e incluso fueron reutilizadas en construcciones posteriores. El cercano Monasterio de San Isidoro del Campo, por ejemplo, incorporó columnas y capiteles procedentes del yacimiento, en un ejemplo más del continuo diálogo entre épocas que caracteriza nuestra historia.

Al final de nuestra visita, que se prolongó durante toda la mañana sin que nos diéramos cuenta del paso del tiempo, nos sentamos a descansar en un banco junto a los restos del teatro, situado en la Vetus Urbs (la ciudad vieja) y parcialmente oculto bajo el casco urbano de Santiponce. Desde allí, contemplamos por última vez el paisaje arqueológico, intentando grabar en nuestra memoria cada detalle, cada sensación.

Mi pareja, que inicialmente había mostrado cierto escepticismo, reconoció que habíamos acertado plenamente con esta excursión: "Esto es mejor que muchos restos romanos que he visto en Italia", me comentó, y no pude evitar una sonrisa de satisfacción. Itálica no solo había superado nuestras expectativas, sino que se había convertido en uno de los puntos culminantes de nuestro viaje, un recordatorio de que a veces los mayores tesoros se encuentran no en los destinos más obvios, sino en esos lugares que aguardan pacientemente, fuera de los circuitos más trillados, a que decidamos descubrirlos.

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Itálica

La modernidad elevada: descubriendo la Torre Sevilla #

De regreso a la capital andaluza, decidimos bajarnos del autobús en las proximidades de la Torre Pelli, ahora conocida como Torre Sevilla. Este rascacielos de 180 metros, el más alto de Andalucía y uno de los más altos de España, representa la Sevilla contemporánea, una ciudad que no solo vive de su glorioso pasado.

La torre, diseñada por el arquitecto argentino César Pelli, ha sido objeto de controversia desde su concepción. Mientras algunos la consideran un símbolo de progreso y modernidad, otros critican su impacto visual en una ciudad histórica donde la Giralda había sido durante siglos el punto más elevado del horizonte urbano.

Sea como fuere, no hay duda de que el edificio impone. Sus 43 plantas con formas curvas que recuerdan a un lágrima o, según su autor, al giro de una bailarina de flamenco, crean un perfil único en el skyline sevillano. Nos quedamos un buen rato observándola desde diferentes ángulos, apreciando cómo la luz del mediodía andaluz se reflejaba en sus cristales.

Aprovechamos nuestra visita para almorzar en el centro comercial situado en la base de la torre. Nada especialmente memorable desde el punto de vista gastronómico, pero suficiente para reponer fuerzas antes de continuar nuestra jornada.

Torre Sevilla Torre Sevilla
Torre Sevilla

Recorriendo la memoria de la Expo 92: la Isla de la Cartuja #

Con el estómago lleno y las piernas descansadas, decidimos dedicar la tarde a explorar la Isla de la Cartuja. Tenía especial interés en mostrar a mi pareja esta zona y comprobar por mí mismo cómo había evolucionado el espacio que acogió la Exposición Universal de 1992, un evento que transformó radicalmente la ciudad y la proyectó internacionalmente.

Recorrer la Isla de la Cartuja es hacer un viaje entre pasado, presente y futuro. Del legado monumental del antiguo monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas (que fue hogar temporal de los restos de Cristóbal Colón) a la futurista arquitectura de pabellones reconvertidos en oficinas, centros de investigación o espacios culturales.

Centro Andaluz de Arte Contemporáneo Centro Andaluz de Arte Contemporáneo Centro Andaluz de Arte Contemporáneo Centro Andaluz de Arte Contemporáneo
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo

El Pabellón de la Navegación, el de España (ahora sede de la RTVA), el renovado Pabellón de Andalucía, el Teatro Central o el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo son algunos de los edificios que han encontrado una segunda vida tras la exposición. Otros espacios, lamentablemente, no han corrido la misma suerte y permanecen en un limbo de abandono y degradación.

El Parque del Alamillo, creado también para la Expo, se ha consolidado como uno de los grandes pulmones verdes de Sevilla, muy frecuentado por deportistas y familias. Y el parque temático Isla Mágica, aunque ya no vive sus mejores tiempos, sigue siendo un atractivo para el turismo familiar.

La Isla de la Cartuja es hoy un espacio de contrastes: centro empresarial y tecnológico, espacio educativo con la Universidad de Sevilla y la Universidad Internacional de Andalucía, zona de ocio y cultura. Un ejemplo de cómo un evento efímero puede dejar una huella permanente en la fisonomía y el desarrollo de una ciudad.

Itálica Itálica Itálica Itálica Itálica Itálica
Itálica

Aventura inesperada: prisioneros en las murallas de la Macarena #

Abandonamos la Isla de la Cartuja cruzando el puente de la Barqueta, otra de las infraestructuras emblemáticas surgidas para la Expo, y nos dirigimos hacia el popular barrio de la Macarena. Nuestra primera parada fue la Basílica de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena, una de las imágenes más veneradas de la Semana Santa sevillana.

La iglesia, relativamente moderna en comparación con otros templos sevillanos (fue construida a mediados del siglo XX), alberga en su interior la imagen de "La Macarena", esa virgen de ojos verdes y lágrimas cristalinas que despierta tanta devoción. Aunque no somos especialmente religiosos, siempre resulta interesante comprender las tradiciones y sentimientos locales a través de sus manifestaciones culturales y religiosas.

Iglesia de la Macarena Iglesia de la Macarena
Iglesia de la Macarena

Al salir de la basílica vivimos uno de esos momentos que convierten un viaje en una aventura digna de contar. Frente a nosotros se extendía un tramo de las antiguas murallas almohades de Sevilla. Observamos que la verja de acceso estaba completamente abierta y, asumiendo que se trataba de un espacio visitable, decidimos entrar para explorar este vestigio de la Sevilla medieval.

Paseamos tranquilamente por el adarve de la muralla, disfrutando de las vistas elevadas sobre el barrio y haciendo fotografías. El tiempo pasó sin que nos diéramos cuenta y, cuando decidimos regresar a la salida, nos encontramos con la desagradable sorpresa de que la verja había sido cerrada. Estábamos literalmente encerrados dentro de las murallas.

Los primeros minutos fueron de desconcierto. ¿Habíamos entrado en una zona prohibida? ¿Era un horario de visita que desconocíamos y nos habíamos quedado atrapados al cierre? Intentamos localizar a algún vigilante o persona responsable, pero el lugar parecía completamente desierto. Tras valorar las opciones, llegamos a la conclusión de que nuestra única alternativa viable era saltar la muralla en algún punto donde la altura fuera menor. No sin cierta aprensión (y comprobando varias veces que no hubiera cámaras de seguridad o personal de vigilancia), encontramos un punto propicio y procedimos a ejecutar nuestro improvisado plan de fuga.

La aventura concluyó con éxito, sin lesiones ni detenciones policiales, aunque con el corazón algo acelerado y esa sensación de travesura adolescente que hacía tiempo no experimentaba. Aún hoy me pregunto si realmente estábamos en un lugar no permitido o si simplemente fuimos víctimas de un descuido en el cierre. Sea como fuere, nuestro "escape de la muralla de la Macarena" quedará como una de las anécdotas más divertidas de este viaje.

Antiguas murallas almohades de Sevilla Antiguas murallas almohades de Sevilla Antiguas murallas almohades de Sevilla Antiguas murallas almohades de Sevilla
Antiguas murallas almohades de Sevilla

Las Setas iluminadas: un anticipo nocturno #

Tras nuestras emociones en la muralla, continuamos nuestro recorrido por las calles del centro, descendiendo por la animada calle Feria hasta llegar a la plaza de la Encarnación, donde se yergue uno de los símbolos de la Sevilla contemporánea: el Metropol Parasol, popularmente conocido como "Las Setas" debido a su peculiar forma.

Esta estructura de madera, diseñada por el arquitecto alemán Jürgen Mayer y finalizada en 2011, es considerada la mayor construcción de madera del mundo. Sus formas orgánicas y ondulantes crean un contraste fascinante con la arquitectura tradicional del entorno.

Al llegar ya había anochecido, y las Setas nos recibieron con su espectacular iluminación nocturna, que resalta las curvas de la estructura y crea un ambiente casi onírico. Decidimos no entrar esa noche, reservando la visita completa para otro día, pero disfrutamos del ambiente de la plaza y de la visión nocturna de este peculiar monumento urbano.

El día había sido intenso, con un recorrido que nos había llevado desde la Sevilla romana hasta la más contemporánea. Agotados pero satisfechos, regresamos a nuestro apartamento para descansar y prepararnos para el día siguiente, que prometía nuevas emociones en nuestra aventura sevillana.

Paseo nocturno por Sevilla Paseo nocturno por Sevilla Paseo nocturno por Sevilla Paseo nocturno por Sevilla
Paseo nocturno por Sevilla
Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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