Séptimo día de mi viaje a Singapur en enero de 2018. Un día que comenzó diferente pero acabó regalándome algunas de las mejores experiencias del viaje, incluso con el característico clima impredecible de esta ciudad-estado.
Trabajo antes del placer #
Las primeras horas de la mañana no fueron dedicada al turismo. Tenía varios asuntos laborales pendientes que había estado aplazando y no podían esperar más, asi que tuve que dedicar las primeras horas a resolverlos desde el hostel. Es una de las realidades del viajero moderno: a veces hay que encontrar ese equilibrio entre la desconexión y las responsabilidades.
Katong: expectativas vs realidad #
Con el trabajo finalizado, me dirigí al distrito de Katong, ubicado en el este de Singapur. Esta zona es conocida por mantener parte de la herencia peranakan de la ciudad, una cultura nacida de la mezcla entre los comerciantes chinos que llegaron a la península de Malaca y las mujeres locales. Las guías turísticas hablan maravillas de este barrio, describiéndolo como uno de los pocos lugares donde se puede apreciar un Singapur más tradicional y auténtico.
Mi primera parada fue Joo Chiat Road, la arteria principal del barrio, donde se concentran las famosas casas shophouse de fachadas coloridas y decoradas con azulejos y patrones ornamentados. Estas construcciones, que combinan espacio comercial en la planta baja y vivienda en los pisos superiores, son características de la arquitectura colonial del sudeste asiático.
Recorrí también East Coast Road, donde se encuentran varios restaurantes de comida peranakan y malaya, tiendas de especias y algunas pastelerías tradicionales que elaboran los famosos kueh (dulces locales multicolores). Visité el Sri Senpaga Vinayagar Temple, un templo hindú dedicado a Ganesha que destaca por su torre ornamentada (gopuram) llena de figuras coloridas y detalles elaborados, otro ejemplo del rico mosaico cultural que caracteriza a Singapur.
Sin embargo, debo ser sincero: a pesar de todos estos elementos, no conseguí encontrar ese "algo especial" que prometían las guías. El barrio me pareció agradable, sí, pero no tan diferente de otras zonas más céntricas de la ciudad. Quizás contribuyó el hecho de que muchos comercios tradicionales han ido desapareciendo para dar paso a cafeterías modernas y boutiques, diluyendo parte del encanto original. O tal vez fueron simplemente las altas expectativas que me había creado tras leer tantas recomendaciones.
Durante mi recorrido, aproveché para hacer una parada en el Dunman Food Centre, uno de esos hawker centres (centros de comida local) menos turísticos pero muy populares entre los residentes. Estos lugares son, a mi parecer, uno de los grandes aciertos de Singapur: espacios donde puedes probar comida local auténtica a precios razonables, lejos de los restaurantes más caros del centro.
Me decidí por probar algunos platos locales mientras observaba el ir y venir de los singapurenses en su rutina diaria. Siempre he pensado que comer donde comen los locales es una de las mejores formas de conectar con la cultura de un lugar, incluso cuando otras experiencias turísticas no terminan de convencerte.
Después de aproximadamente una hora más recorriendo sus calles, decidí que Katong no me había cautivado lo suficiente como para dedicarle más tiempo. A veces ocurre así en los viajes: lugares muy alabados que no resuenan con nosotros, mientras que otros menos conocidos nos sorprenden gratamente.






La tranquilidad de East Coast #
Tras mi experiencia algo decepcionante en Katong, decidí cambiar de plan y me trasladé a la playa de East Coast. Este extenso litoral ofrece una cara completamente distinta de Singapur, alejada de los rascacielos y centros comerciales. El East Coast Park se extiende a lo largo de unos 15 kilómetros de costa y es el parque más grande de Singapur, un verdadero pulmón verde (y azul) en esta ciudad-estado tan urbanizada.
Llegué a la zona y lo primero que me sorprendió fue la cantidad de actividad local. Grupos de amigos haciendo barbacoas en las zonas habilitadas, familias enteras disfrutando de picnics bajo los árboles, personas mayores practicando tai chi, jóvenes en bicicleta y patines recorriendo los carriles designados, y pescadores pacientemente esperando su captura en los embarcaderos.
El paseo marítimo está perfectamente acondicionado, con senderos separados para peatones y ciclistas, abundantes zonas de sombra con árboles, y numerosos puestos de alquiler de bicicletas y patines para quien quiera recorrer el parque de forma más dinámica. Me detuve en varios de los miradores construidos sobre el mar, desde donde se puede observar el intenso tráfico marítimo del estrecho de Singapur.
La playa en sí no es especialmente impresionante si la comparamos con las paradisíacas costas de otras zonas del sudeste asiático. La arena es más bien oscura y el agua no tiene ese tono turquesa que asociamos con el paraíso tropical. Sin embargo, tiene su encanto como espacio de escape urbano.
Lo que más disfruté fue observar la vida local desarrollándose a mi alrededor. A diferencia de las zonas más turísticas de Singapur, aquí podía sentir el auténtico pulso de la ciudad, cómo sus habitantes disfrutan de su tiempo libre y cómo interactúan entre ellos en un espacio público pensado para el disfrute colectivo.
Pasé cerca de dos horas caminando tranquilamente por el paseo marítimo, deteniéndome ocasionalmente para observar las embarcaciones en el horizonte o simplemente para sentarme en uno de los numerosos bancos a disfrutar de la brisa marina, un alivio bienvenido frente al calor y humedad habituales de Singapur.






Caminando hacia Marina Bay #
Animado por el buen tiempo, decidí aventurarme en una larga caminata costera hacia el sur. Mi objetivo era llegar a Marina East, pero pronto descubrí que la ruta no estaba particularmente diseñada para peatones. Aun así, persistí y finalmente conseguí cruzar el imponente puente Benjamin Sheares hacia la zona de Promenade.
Aunque no era el recorrido más cómodo, me permitió ver Singapur desde perspectivas diferentes a las típicamente turísticas, apreciando cómo la ciudad se transforma constantemente entre lo nuevo y lo antiguo.



Refugio improvisado en Suntec City #
El clima tropical de Singapur hizo acto de presencia cuando comenzó a amenazar lluvia. Busqué refugio en el centro comercial Suntec City, uno de esos enormes malls tan característicos de la ciudad.
Aproveché la parada forzosa para visitar la Fountain of Wealth, considerada una de las fuentes más grandes del mundo. Mientras esperaba que escampara, observé a visitantes siguiendo la tradición de rodear la fuente en el sentido de las agujas del reloj para atraer buena fortuna. Estos pequeños detalles culturales siempre me resultan fascinantes.




El distrito cívico de Singapur #
Cuando la lluvia dio una tregua, continué mi recorrido hacia la zona administrativa e histórica. Esta área, conocida formalmente como el Distrito Cívico, concentra algunos de los edificios más emblemáticos y significativos de la historia de Singapur.
Mi primera parada fue el Ayuntamiento (City Hall), un majestuoso edificio neoclásico construido en 1929 durante la época colonial británica. Junto a él se encuentra el antiguo edificio de la Corte Suprema, y ambos han sido magistralmente integrados para albergar la National Gallery de Singapur desde 2015. Esta transformación es un ejemplo perfecto de cómo Singapur conserva sus edificios históricos dándoles nuevos usos culturales.
La Catedral de San Andrés llamó mi atención con su inmaculada fachada blanca. Este templo anglicano, el más antiguo de Singapur, fue construido entre 1856 y 1861. Su arquitectura neogótica destaca por sus torres gemelas, sus columnas dóricas y sus característicos arcos ojivales. Me resultó curiosa la combinación de elementos góticos adaptados al clima tropical, con amplios espacios abiertos para permitir la ventilación natural.
A poca distancia se encuentra el actual edificio del Supreme Court, una estructura moderna inaugurada en 2005 que contrasta con el estilo colonial de los edificios cercanos. Su característica cúpula de cristal y metal parece flotar sobre el edificio y es visible desde varios puntos de la ciudad. Este edificio simboliza la modernización del sistema judicial de Singapur.
También pasé por el exterior del Parliament House, sede del parlamento de Singapur desde 1999. Su diseño contemporáneo, con una distintiva estructura de torre de reloj que evoca un faro, representa la democracia como guía de la nación. El edificio incluye un promenade público a lo largo del río Singapur, integrando así el espacio gubernamental con áreas recreativas para los ciudadanos.
Lo que me fascinó de esta zona es cómo conviven armoniosamente edificios de diferentes épocas y estilos arquitectónicos: el neoclasicismo colonial británico junto a estructuras ultramodernas, todo ello conectado por espacios verdes cuidadosamente mantenidos.







Llegué hasta el Esplanade Park, uno de los parques más antiguos de Singapur, con sus monumentos conmemorativos y árboles centenarios que ofrecen sombra frente a la bahía. Desde allí crucé hacia el moderno complejo Esplanade - Theatres on the Bay, inaugurado en 2002. Este centro de artes escénicas es inmediatamente reconocible por su arquitectura peculiar: dos enormes estructuras semiesféricas cubiertas por una malla metálica que recuerda a la fruta del durián, muy popular en el sudeste asiático. Además de su función cultural, sus terrazas ofrecen magníficas vistas de Marina Bay, por lo que aproveché para tomar un breve descanso y contemplar el panorama antes de continuar mi recorrido.




Marina Bay bajo un cielo tormentoso #
Al llegar a Marina Bay, las nubes de tormenta estaban acercándose nuevamente. Pero lejos de arruinar la experiencia, crearon un escenario espectacular para fotografiar el skyline de Singapur. Con el peligro constante de que la lluvia comenzara, aproveché para sacar algunas de las mejores fotos del viaje alrededor del ArtScience Museum.
El cielo oscuro como telón de fondo para la arquitectura futurista, las luces de la ciudad empezando a encenderse y los reflejos en el agua de la bahía crearon composiciones realmente impresionantes. A veces, las condiciones "imperfectas" generan las imágenes más memorables.




Atrapado por la lluvia en Gardens by the Bay #
Crucé hacia Gardens by the Bay, que ya había visitado días antes, cuando la tormenta finalmente se desató con toda su fuerza. Busqué refugio en la entrada del Flower Dome y el Cloud Forest, donde quedé prácticamente atrapado durante aproximadamente hora y media.
Es curioso cómo estas situaciones imprevistas generan momentos de comunidad entre desconocidos. Todos los visitantes, tanto locales como turistas, compartíamos la misma suerte, intercambiando miradas y breves conversaciones mientras esperábamos el fin de la lluvia tropical.


El espectáculo nocturno que no cansa #
Como suele suceder en Singapur, tras la intensa lluvia llegó la calma. El cielo se despejó lo suficiente para poder disfrutar nuevamente del espectáculo de luces de los Supertrees en Gardens by the Bay.
Era ya la segunda vez que lo presenciaba durante este viaje, pero la experiencia me resultó igualmente fascinante. Las enormes estructuras arborescentes iluminadas con patrones de colores cambiantes, acompañadas por música envolvente, crean una atmósfera casi mágica. Entendí perfectamente por qué quería volver a verlo: hay lugares que revelan algo nuevo en cada visita.




De vuelta al hostel bajo las luces nocturnas #
Finalizado el espectáculo, emprendí el camino de regreso a mi alojamiento. El paseo nocturno me llevó nuevamente por Marina Bay, ahora completamente iluminada tras la tormenta. Las luces de los edificios se reflejaban perfectamente en las aguas ya tranquilas de la bahía, creando ese paisaje urbano nocturno que tanto caracteriza a Singapur.
A pesar de haber comenzado el día con trabajo y haber tenido que esquivar (o quedar atrapado por) la lluvia en varias ocasiones, este séptimo día en Singapur resultó ser uno de los más memorables. Quizás porque pude experimentar la ciudad en diferentes condiciones y momentos, o tal vez porque los imprevistos a menudo conducen a las experiencias más auténticas cuando viajamos.
Y así, con los pies cansados pero la memoria llena de imágenes impactantes, terminé otro intenso día en esta fascinante ciudad-estado que no deja de sorprenderme.




Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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