Amanecía nuestro último día en Valencia. El vuelo de regreso a Bilbao estaba programado para las 12:40, lo que nos dejaba una mañana tranquila para despedirnos de la ciudad sin prisas ni agobios. Tras cuatro días intensos de descubrimientos y kilómetros a pie, agradecimos este final relajado de nuestra escapada valenciana.
Una mañana sin prisas #
Nos levantamos con calma, saboreando esos últimos momentos en nuestro alojamiento. Mientras desayunábamos, comentábamos los momentos más memorables del viaje: el atardecer en la Albufera, la Ciudad de las Artes y las Ciencias iluminada de noche, los ninots del Museo Fallero, el sabor de una auténtica horchata valenciana...
Después de recoger nuestras pertenencias y dejar la habitación tan ordenada como la encontramos, nos despedimos de nuestro anfitrión agradeciéndole su hospitalidad. Había sido un alojamiento sencillo pero acogedor, y la amabilidad del propietario había contribuido a que nuestra estancia fuera más agradable.
Rumbo al aeropuerto #
Con las mochilas a cuestas y sin prisa pero sin pausa, nos dirigimos directamente al aeropuerto. El sistema de transporte de Valencia me había parecido bastante eficiente durante toda nuestra estancia, y también en este último trayecto funcionó a la perfección.
Llegamos al aeropuerto con tiempo de sobra, tal como habíamos planeado. Prefiero siempre tener margen de maniobra cuando se trata de vuelos, especialmente en un aeropuerto que no conozco bien. En este caso, la previsión resultó acertada, ya que nos dio tiempo a tomar un último café valenciano mientras esperábamos la hora de embarque.
De vuelta a casa #
El vuelo con Vueling despegó puntualmente a las 12:40. Mientras el avión ganaba altura, miré por la ventanilla tratando de distinguir algunos de los lugares que habíamos visitado: la huerta valenciana, la extensa playa de la Malvarrosa, y al fondo, el perfil de la ciudad con las torres de la Ciudad de las Artes y las Ciencias destacando sobre el resto del paisaje urbano.
El viaje de vuelta transcurrió sin incidencias. En poco más de una hora estábamos aterrizando en Bilbao, donde nos recibió un día típicamente norteño: nublado y con esa ligera llovizna que tanto caracteriza al clima vasco. El contraste con el sol mediterráneo que habíamos disfrutado en Valencia no podía ser mayor.
Y así, con la sensación de haber exprimido al máximo estos cuatro días de escapada y con muchas historias que contar, pusimos fin a nuestra aventura valenciana.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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