Cómo nació un viaje entre cambios de vuelos y ansias de historia
La planificación perfecta que se convirtió en aventura aérea antes de pisar suelo turco
A veces los mejores viajes nacen de una necesidad profunda, casi visceral, de conectar con algo que va más allá del turismo convencional. En el último año y medio había visitado ciudades como Nueva York, Boston y San Francisco, todas fascinantes a su manera, pero sentía que necesitaba algo diferente. Necesitaba historia. Necesitaba respirar el paso del tiempo en cada piedra, en cada rincón. Y entonces apareció Estambul en mi radar como la respuesta perfecta a esa sed de antigüedad y cultura.
La decisión: historia sobre modernidad #
La elección no fue casual. Mientras las grandes metrópolis americanas me habían ofrecido dinamismo y modernidad, mi alma pedía a gritos sumergirse en siglos de historia. Estambul, esa ciudad que ha sido testigo del paso de imperios, que ha visto caer y renacer civilizaciones, se presentaba como el destino ideal para saciar esa hambre de patrimonio histórico.
La planificación comenzó con optimismo. A principios de enero de 2019, con una previsión más que suficiente, reservé los vuelos con KLM para viajar del 30 de marzo al 6 de abril. Siete días que prometían ser intensos, con una ruta que incluiría escala en Ámsterdam a la ida y París al regreso. Todo parecía encajar perfectamente en el calendario.
Para el alojamiento opté por la comodidad de un mini apartamento privado cerca de la plaza Taksim. Por apenas 100 euros tendría mi propio espacio durante toda la estancia, una base perfecta para explorar la ciudad sin las limitaciones de horarios de hoteles o la falta de intimidad de los hostales.
El calvario de los vuelos: cuando el aeropuerto desaparece #
Si algo caracteriza los viajes es que rara vez salen exactamente como los planificas. Pero lo que me esperaba con los vuelos de KLM superó cualquier expectativa de complicaciones. El primer aviso llegó el 16 de marzo, apenas dos semanas antes del viaje: me habían movido el vuelo de regreso al lunes 8 de abril a las 4:15 de la madrugada. Dos noches extra en Estambul que no había previsto ni presupuestado.
La llamada a KLM resolvió temporalmente el problema. Me reubicaron en un vuelo del sábado 6 a las 17:00, manteniendo así la duración original del viaje. Respiré aliviado, pensando que había sido solo un pequeño susto. Pero el universo tenía otros planes.
Una semana después, el 23 de marzo, llegó el segundo mazazo: de nuevo me movían al lunes 8 de abril. Esta vez la explicación fue más reveladora y sorprendente. Al llamar a la aerolínea me informaron que todos los vuelos del fin de semana estaban cancelados. La razón no la supe hasta más tarde: el aeropuerto de Estambul iba a cerrar definitivamente ese fin de semana para trasladar todas las operaciones a una nueva ubicación.
Este detalle me resultó fascinante desde el punto de vista logístico. No estamos acostumbrados a que los aeropuertos cambien de ubicación. Lo habitual es que se amplíen, que añadan terminales, que crezcan sobre sí mismos. Pero que un aeropuerto cierre completamente y traslade toda su actividad a un nuevo emplazamiento es algo extraordinariamente poco común. Sin saberlo, iba a ser testigo del final de una era en la aviación turca.
Después de varias llamadas y negociaciones, KLM me ofreció una solución que añadiría un elemento de aventura extra al viaje: me reubicaron en un vuelo del sábado 6 a las 8:50 de la mañana, pero saliendo del aeropuerto Sabiha Gökçen, en la zona asiática de Estambul, en lugar del IST donde había aterizado. Esto significaba que tendría que cruzar la ciudad de un aeropuerto a otro, sumando una experiencia logística inesperada al viaje.
Expectativas y preparativos #
A pesar de las complicaciones aéreas, o quizás precisamente por ellas, las ganas de llegar a Estambul se intensificaban. Había leído sobre la Basílica Cisterna, sobre la majestuosidad de Santa Sofía, sobre el bullicio del Gran Bazar. Tenía una lista mental de lugares imprescindibles, pero también la flexibilidad necesaria para dejarme sorprender por los descubrimientos casuales.
La proximidad de mi apartamento a la plaza Taksim y a la calle İstiklal me garantizaba estar en el corazón de la vida moderna de la ciudad, mientras que la facilidad para llegar a la zona histórica me permitiría sumergirme en sus siglos de historia. Era la combinación perfecta entre comodidad práctica y riqueza cultural.
El punto de partida #
Con los vuelos finalmente organizados, el alojamiento reservado y una mente abierta a la aventura, el 30 de marzo de 2019 se presentaba como el inicio de lo que intuía sería un viaje especial. No sabía entonces que Estambul no solo satisfaría mi hambre de historia, sino que me regalaría encuentros casuales, atardeceres inolvidables y la confirmación de que a veces los mejores planes son los que se tuercen lo suficiente como para convertirse en algo completamente inesperado.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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