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Día 9. De cráteres y cascadas hasta llegar a Reykjavík

27 agosto 2013

Día 9. De cráteres y cascadas hasta llegar a Reykjavík

Después de ocho intensas jornadas recorriendo los paisajes más salvajes e impresionantes de la isla de hielo y fuego, nuestro viaje por Islandia comenzaba a acercarse a su fin. La novena etapa marcó nuestra llegada a la capital, Reykjavík, pero antes de instalarnos en la civilización, todavía nos quedaban algunos enclaves por descubrir que merecían, en mayor o menor medida, una parada en nuestro camino.

Cráter Grabrok, un clásico algo sobrevalorado #

Iniciamos el día visitando el Cráter Grabrok, uno de esos puntos que aparecen invariablemente en todas las guías turísticas y que recibe un flujo constante de visitantes. Al llegar, lo primero que notamos fue la cantidad de autobuses de excursiones aparcados en las inmediaciones, señal inequívoca de que estábamos ante uno de esos lugares "de paso obligado" para los turistas.

El cráter cuenta con un par de rutas de senderismo bien señalizadas que permiten ascender hasta su borde y contemplar tanto el interior como las vistas panorámicas de los alrededores. Sin embargo, después de haber presenciado ya los impresionantes paisajes volcánicos de otras zonas menos conocidas de Islandia, Grabrok me resultó, siendo sincero, algo decepcionante. Su popularidad parece deberse más a su proximidad a Reykjavík que a su espectacularidad intrínseca, lo que lo convierte en parada habitual para aquellos viajeros que optan por hacer excursiones de un día desde la capital en lugar de aventurarse a recorrer la isla completa.

Cráter Grabrok Cráter Grabrok
Cráter Grabrok

Deildartunguhver, el hervidero termal más caudaloso de Europa #

Continuamos nuestro recorrido hacia Deildartunguhver, conocida por ser la fuente termal de mayor caudal en Europa. El área está acondicionada para que los visitantes puedan observar de cerca, pero a una distancia segura, el constante burbujeo del agua hirviendo que emerge desde las profundidades de la tierra y el característico vapor que crea una atmósfera casi fantasmagórica.

Al igual que ocurrió con el cráter Grabrok, esta visita no terminó de cautivarnos completamente. Es interesante, sin duda, contemplar el poder geotérmico de Islandia manifestándose de forma tan evidente, pero después de haber visitado zonas como Námafjall o Geysir, la impresión fue menos intensa de lo esperado. De nuevo, su cercanía a las rutas turísticas más transitadas parece ser el factor determinante de su popularidad.

Deildartunguhver Deildartunguhver
Deildartunguhver

Hraunfossar, el espectáculo de la cascada lateral #

La situación cambió radicalmente cuando llegamos a Hraunfossar, un lugar verdaderamente fascinante que justifica por sí solo esta etapa del viaje. Lo que hace única a esta cascada es su peculiar configuración: en lugar del típico salto de agua vertical, Hraunfossar presenta un fenómeno mucho menos común donde el agua brota lateralmente a través de la roca porosa de lava solidificada, para unirse al caudaloso río Hvítá que discurre paralelo.

El resultado es un espectáculo visual extraordinario: una serie de hilos de agua cristalina que emergen de la pared rocosa como si nacieran de la nada, formando una cortina acuática de varios cientos de metros de longitud. El contraste entre el azul turquesa del agua, el negro de la roca volcánica y el verdor de la vegetación circundante crea una paleta de colores verdaderamente hipnótica.

La zona está perfectamente acondicionada para los visitantes, con pasarelas de madera, puentes y miradores estratégicamente ubicados que permiten contemplar este fenómeno natural desde diferentes perspectivas. Es uno de esos lugares donde uno no se cansa de hacer fotografías, intentando capturar la magia de un paisaje que, sin embargo, hay que experimentar personalmente para apreciarlo en toda su dimensión.

Hraunfossar Hraunfossar Hraunfossar
Hraunfossar

Reykjavík, el encanto de la capital más septentrional del mundo #

Tras estas visitas, finalmente pusimos rumbo a Reykjavík, donde pasaríamos las dos últimas noches de nuestro viaje. A pesar de ser la capital y la ciudad más poblada de Islandia, Reykjavík mantiene el encanto de una pequeña urbe nórdica, con sus casas de colores, calles tranquilas y un skyline dominado por la impresionante Hallgrímskirkja, la iglesia cuya arquitectura futurista evoca las formaciones basálticas tan características del paisaje islandés.

Aunque le dedicaríamos el día siguiente completo a explorarla, el primer contacto con la ciudad fue revelador: una metrópoli compacta, limpia y sorprendentemente cosmopolita considerando su tamaño y ubicación remota. El ambiente era relajado pero vibrante, con terrazas llenas de gente disfrutando de las largas horas de luz de aquel agosto nórdico.

Hallgrímskirkja, la increíble iglesia parroquial luterana de Reykjavík
Hallgrímskirkja, la increíble iglesia parroquial luterana de Reykjavík

Descanso merecido en Smáragata Rooms #

Para esta etapa final de nuestro viaje, elegimos alojarnos en Smáragata Rooms, una acogedora casa de huéspedes ubicada en Smáragata 3, en pleno centro de Reykjavík. La ubicación resultó ser inmejorable, a escasa distancia a pie de los principales puntos de interés de la ciudad y rodeada de cafeterías, restaurantes y tiendas.

El establecimiento, situado en un edificio típico islandés, estaba situado en el sótano de una familia residente local y era realmente acogedor. Además, su céntrica localización en el código postal 101 de Reykjavík (el corazón histórico y cultural de la capital) nos permitiría aprovechar al máximo los dos días que teníamos por delante para descubrir la ciudad más septentrional del mundo.

Primera toma de contacto con Reykjavík: la Hallgrímskirkja y sus vistas #

Tras instalarnos, no quisimos perder ni un minuto y decidimos visitar la imponente Hallgrímskirkja, la catedral que domina el skyline de Reykjavík con su particular arquitectura. Lo más destacable de esta visita fue, sin duda, la subida al mirador de su torre, desde donde pudimos disfrutar de unas vistas realmente increíbles de toda la ciudad: el mosaico multicolor de los tejados, el azul intenso del océano y las montañas que se dibujan en el horizonte. Un auténtico privilegio contemplar la capital islandesa a vista de pájaro tras tantos días de naturaleza salvaje.

Después, dimos un agradable paseo por las calles empedradas de los alrededores, absorbiéndolo todo: las fachadas coloridas, las tiendas de diseño, los acogedores cafés y el ambiente relajado pero vibrante que se respiraba. El contraste con los paisajes naturales que habíamos estado contemplando los días anteriores era notable, pero igualmente fascinante. El olor a café recién hecho y repostería que emanaba de los locales nos recordó que, por muy remota que esté, Reykjavík es una ciudad europea con toda la sofisticación y encanto que eso conlleva.

Tras este primer contacto con la ciudad, algo cansados después de un día intenso de viaje y visitas, decidimos regresar a nuestro acogedor alojamiento en Smáragata Rooms para descansar y reponer fuerzas. Al día siguiente tendríamos una jornada completa para seguir explorando la capital con más calma.

Vistas desde el mirador de Hallgrímskirkja Vistas desde el mirador de Hallgrímskirkja Vistas desde el mirador de Hallgrímskirkja Vistas desde el mirador de Hallgrímskirkja Vistas desde el mirador de Hallgrímskirkja Vistas desde el mirador de Hallgrímskirkja
Vistas desde el mirador de Hallgrímskirkja

Reflexiones sobre la recta final del viaje #

Esta novena jornada marcó claramente el inicio de la última fase de nuestra aventura islandesa. Habíamos dejado atrás los paisajes más extremos y remotos para adentrarnos gradualmente en zonas más accesibles y, finalmente, en la civilización representada por Reykjavík.

Si bien algunos de los lugares visitados durante el día no estuvieron a la altura de las maravillas naturales contempladas en días anteriores, la cascada de Hraunfossar supuso un broche de oro perfecto para nuestra inmersión en la naturaleza islandesa antes de sumergirnos en la experiencia urbana.

Con la perspectiva que da el tiempo, puedo decir que esta combinación de naturaleza cada vez más domesticada y el contraste final con la vida urbana constituyó una transición perfecta, un suave aterrizaje hacia la conclusión de lo que fue, sin duda, uno de los viajes más impresionantes de mi vida. Los dos días siguientes en Reykjavík nos permitirían digerir todas las experiencias vividas mientras descubríamos los encantos de esta pequeña pero fascinante capital nórdica.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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