La cuarta jornada de nuestro viaje a Londres estuvo dedicada a explorar una zona menos frecuentada por los turistas pero repleta de encanto: Greenwich.
Aprovechando la ubicación estratégica de nuestro apartamento en la zona de Lewisham, nos resultó especialmente cómodo acercarnos a este histórico barrio londinense que guarda algunos de los tesoros más fascinantes de la ciudad.
Greenwich Park y el Real Observatorio #
Comenzamos la jornada tomando un autobús que nos dejó en la parte alta de Greenwich, cerca del Cherry Blossom. Desde allí iniciamos un agradable paseo a través del magnífico Greenwich Park, un espacio verde con siglos de historia que nos condujo hasta el famoso Real Observatorio.
Es importante mencionar que la entrada al Observatorio es de pago. Recuerdo con cierta nostalgia que en tiempos pasados era posible acercarse hasta la línea del meridiano sin necesidad de abonar entrada, pero desde hace ya bastantes años el acceso al patio donde se encuentra este punto emblemático requiere pagar la entrada. No obstante, aunque decidáis no entrar al recinto, las vistas de Londres desde el mirador junto al observatorio son absolutamente espectaculares y merecen por sí solas la subida.
El poder contemplar el sinuoso Támesis serpenteando entre los edificios históricos y los modernos rascacielos de Canary Wharf ofrece una perspectiva única de la ciudad, donde pasado y presente se entrelazan en un horizonte fascinante.



Explorando el corazón de Greenwich #
Tras deleitarnos con las panorámicas, descendimos hacia el pueblo pasando por delante del impresionante National Maritime Museum y el majestuoso Old Royal Naval College. Nos tomamos nuestro tiempo para recorrer los elegantes jardines de este último, un conjunto arquitectónico que refleja a la perfección la grandiosidad de la época georgiana.
El Old Royal Naval College es sin duda una de las joyas arquitectónicas más deslumbrantes de Londres. Diseñado por el célebre arquitecto Sir Christopher Wren (también responsable de la Catedral de San Pablo), este impresionante complejo fue originalmente construido como el Royal Hospital for Seamen a finales del siglo XVII, sobre el terreno donde anteriormente se alzaba el Palacio de Placentia, lugar de nacimiento de Enrique VIII y la reina Isabel I.
Lo que hoy contemplamos es un magnífico ejemplo del barroco inglés, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. El conjunto está formado por varios edificios simétricos que flanquean un amplio patio central, creando una perspectiva monumental. Entre sus elementos más destacables se encuentran las dos cúpulas gemelas que coronan la Capilla y el Painted Hall.
El Painted Hall merece mención especial, pues constituye una de las salas más espectaculares de toda Europa, a menudo denominada como "la Capilla Sixtina de Reino Unido". Obra del artista James Thornhill, quien tardó 19 años en completar sus impresionantes pinturas barrocas que cubren más de 4.000 metros cuadrados de paredes y techos, representa una extraordinaria celebración de la grandeza naval británica, con alegorías de la monarquía y el poder marítimo inglés.
A lo largo de su historia, el complejo ha servido como hospital naval, academia de formación para oficiales de la Royal Navy (de ahí su nombre actual) y, desde finales del siglo XX, como centro cultural y educativo abierto al público. Algunas partes del conjunto han aparecido en numerosas producciones cinematográficas, entre ellas varias películas de la saga de "Piratas del Caribe" y "Los Cuatro Fantásticos".



La visita continuó con un agradable paseo por Greenwich Market, donde el bullicio de los puestos y la variedad de productos artesanales y gastronómicos crean un ambiente especialmente acogedor. La mañana culminó disfrutando de un sencillo pero delicioso bocadillo sentados junto al imponente Cutty Sark, el histórico clipper que constituye uno de los símbolos más reconocibles de Greenwich.
El Cutty Sark es uno de los últimos clippers de té construidos durante la época dorada del comercio entre China y Reino Unido, botado en 1869 desde los astilleros escoceses de Scott & Linton. Su nombre proviene de un poema de Robert Burns, "Tam o' Shanter", en el que "cutty sark" hace referencia a una camisa corta que llevaba una bruja llamada Nannie, cuya figura sirve de mascarón de proa al barco.
Con sus 65 metros de eslora, este velero fue diseñado para la velocidad, llegando a alcanzar 17 nudos, algo extraordinario para la época. Durante años ostentó el récord del viaje más rápido desde China hasta Londres, transportando las preciadas cargas de té. Sin embargo, con la apertura del Canal de Suez y el auge de los barcos de vapor, el Cutty Sark tuvo que reinventarse, dedicándose posteriormente al comercio de lana con Australia.
Lo que hace realmente único a este barco es el hecho de ser el último clipper de té que se conserva en el mundo. En 1954 fue trasladado a un dique seco especialmente construido en Greenwich, donde se mantiene suspendido a tres metros sobre el suelo, permitiendo a los visitantes caminar por debajo de su casco y admirar su revolucionario diseño. Esta peculiar exposición ofrece una perspectiva fascinante que pocos barcos históricos pueden proporcionar.
El Cutty Sark ha sobrevivido a dos incendios devastadores, el más grave en 2007, que dañó seriamente su estructura durante los trabajos de restauración. Afortunadamente, muchas de las piezas originales se habían retirado previamente, lo que permitió una meticulosa reconstrucción. Tras una extensa restauración valorada en más de 50 millones de libras, el barco reabrió sus puertas al público en 2012, convertido en un museo interactivo que permite conocer la vida a bordo y la importancia del comercio marítimo en la era victoriana.




El túnel peatonal bajo el Támesis: una experiencia inesperada #
Una de las sorpresas más interesantes de esta visita fue descubrir la existencia del túnel peatonal que cruza por debajo del Támesis. En mi anterior visita a Greenwich no había reparado en esta curiosa construcción victoriana que permite cruzar al otro lado del río por debajo de su lecho. Esta vez no quería perderme la experiencia de recorrer este pasadizo histórico, construido en 1902 y que representa una auténtica joya de la ingeniería.
La travesía subterránea resultó especialmente oportuna cuando comenzó a llover con intensidad, sirviendo el túnel como improvisado refugio contra el aguacero. La peculiar sensación de estar caminando bajo un río por el que navegan enormes embarcaciones resulta, cuanto menos, curiosa y evocadora.


Adaptándonos al clima: el Museo de Historia Natural #
Al emerger en la orilla norte del Támesis, la lluvia persistía con determinación, por lo que modificamos nuestros planes buscando alternativas a cubierto para el resto de la jornada. Nuestra siguiente parada fue el Museo de Historia Natural, uno de mis favoritos en Londres y que, afortunadamente, ofrece entrada gratuita.
Este magnífico museo victoriano alberga una de las colecciones más importantes del mundo en su campo. Desde su impresionante hall de entrada presidido por el esqueleto de un diplodocus (aunque actualmente ha sido sustituido por una ballena azul), hasta sus extensas galerías dedicadas a los minerales, la evolución o los dinosaurios, el museo representa una experiencia fascinante tanto para adultos como para niños.
Las horas transcurrieron rápidamente entre sus salas, donde cada vitrina esconde maravillas del mundo natural que invitan a la contemplación y el asombro. La cuidada museografía y las explicaciones didácticas hacen que incluso los temas más complejos resulten accesibles y cautivadores.




Broche de oro: El Rey León en el Lyceum Theatre #
Para culminar esta intensa jornada, teníamos reservada una experiencia que siempre resulta mágica, independientemente de las veces que se haya disfrutado: a las 19:30 nos esperaba la representación del musical El Rey León en el histórico Lyceum Theatre.
Se trata de uno de esos espectáculos imprescindibles del West End londinense que, a pesar de haberlo visto en múltiples ocasiones tanto en Londres como en Madrid, siempre consigue emocionarme. En esta ocasión, además, tuve el placer de compartirlo con personas que lo descubrían por primera vez, lo que añadió un encanto especial al poder revivir a través de sus ojos la magia del primer encuentro con este espectacular montaje.
La maestría con que se combina la música de Elton John, las coreografías inspiradas en danzas africanas y el ingenioso diseño de vestuario y marionetas sigue resultando tan impactante como el primer día. La escena inicial con todos los animales convergiendo hacia Pride Rock mientras suena el "Circle of Life" continúa siendo uno de los momentos más emocionantes que pueden experimentarse en un teatro.


Balance de una jornada completa #
Nuestra cuarta jornada en Londres resultó ser un perfecto equilibrio entre descubrimientos culturales, experiencias históricas y entretenimiento de primer nivel. Greenwich nos ofreció una perspectiva diferente de la ciudad, alejada de los circuitos más masificados, permitiéndonos disfrutar de un Londres más auténtico y sorprendente.
El contraste entre la tranquilidad matutina de Greenwich Park, la experiencia inusual del túnel bajo el Támesis, el refugio cultural del Museo de Historia Natural y la explosión sensorial del musical El Rey León compusieron una jornada completa y variada que quedará grabada en nuestra memoria como uno de los días más especiales de nuestro viaje a la capital británica.
Si estás planeando una visita a Londres y dispones de tiempo suficiente, te recomiendo encarecidamente incluir Greenwich en tu itinerario. Este histórico barrio, cuna del tiempo universal y patrimonio de la humanidad, ofrece una experiencia única que complementa perfectamente las visitas a las zonas más conocidas de la ciudad.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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