Comenzar el año viajando siempre tiene algo especial. Este 1 de enero de 2025 nos permitimos el lujo de despertar sin prisas, sabiendo que la ciudad estaría prácticamente cerrada. La experiencia me ha enseñado que estos días festivos, aunque complican la logística, ofrecen una perspectiva única de los destinos que visitamos.
Un despertar pausado en el Old Bazar #
Tras estirarnos un poco más de la cuenta en la cama, nos dirigimos hacia el Old Bazar. Las calles desiertas nos regalaron una versión inédita de este histórico barrio que ya habíamos recorrido varias veces durante nuestra estancia. El silencio y la ausencia de actividad comercial nos permitieron apreciar detalles arquitectónicos que en días normales pasan desapercibidos entre el bullicio de comerciantes y visitantes.




La Fortaleza Kale: Un viaje en el tiempo #
Después de nuestro tranquilo paseo por el bazar, decidimos ascender hacia la Fortaleza Kale (Скопско Кале en macedonio). La entrada es gratuita, aunque conviene tener en cuenta que el horario de apertura varía según la temporada del año. La fortaleza, ubicada estratégicamente en el punto más alto de la ciudad, domina majestuosamente el paisaje urbano junto al río Vardar.
Durante nuestra visita de aproximadamente hora y media, recorrimos la extensa muralla por su parte superior. Las vistas panorámicas de Skopje son realmente espectaculares desde aquí, permitiéndonos contemplar el contraste entre el casco antiguo otomano y la moderna ciudad. El área sobre la que se asienta la fortaleza ha estado habitada desde tiempos prehistóricos, remontándose al IV-III milenio a.C., aunque la primera fortificación significativa data del siglo VI, cuando se construyó utilizando materiales de la antigua ciudad romana de Skupi, devastada por un terremoto en el año 518.
La historia de la fortaleza es fascinante. Durante el reinado de Samuel de Bulgaria, Skopje Kale se convirtió en uno de los puntos estratégicos más importantes del país. En el siglo XI se construyeron las impresionantes "murallas ciclópeas", y las obras continuaron durante la dinastía Comneno y entre los siglos XIII y XIV. Un momento crucial fue 1346, cuando Esteban Uroš IV Dušan trasladó aquí la capital del Imperio serbio.
El cronista otomano Evliya Çelebi nos dejó en 1660 una vívida descripción de la fortaleza en su apogeo: una "ciudad fortificada muy fuerte y robusta con muros dobles", con paredes de piedra pulida y decoraciones de armas e instrumentos. Sin embargo, el deterioro llegó durante el período otomano, cuando la fortaleza fue descuidada. El terremoto de 1963 causó daños significativos, y aunque se han realizado trabajos de restauración, especialmente en 2010 con la reconstrucción del muro suroeste, el interior permanece en gran parte en ruinas.








El Museo de Arte Contemporáneo: brutalismo en las alturas #
Continuando nuestra ruta ascendente, llegamos al Museo de Arte Contemporáneo de Skopje. El edificio, construido en 1970, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura brutalista en los Balcanes. Aunque sabíamos que estaría cerrado en un día como hoy, el verdadero objetivo era contemplar su impresionante diseño arquitectónico. Las formas geométricas audaces, el uso dramático del hormigón visto y sus volúmenes escultóricos lo convierten en una obra de arte en sí mismo, que merece tanto o más la pena que las exposiciones que alberga en su interior.
El museo surgió como un símbolo de solidaridad internacional tras el devastador terremoto de 1963, con donaciones de arte moderno de numerosos países. Desde su privilegiada ubicación, conseguimos unas perspectivas magníficas del lado oeste de la ciudad, complementando perfectamente las vistas que habíamos disfrutado desde la fortaleza.




Últimas compras y despedida #
Al descender de nuevo al Old Bazar, algunas tiendas comenzaban a abrir tímidamente. Aprovechamos para comprar los últimos regalos para familia y amigos, esos pequeños tesoros que siempre busco traer de mis viajes para compartir un pedacito de las experiencias vividas.
Volvimos a nuestro apartamento para el almuerzo, donde nos tocó hacer uso creativo de las provisiones que nos quedaban, ya que las opciones gastronómicas en un día festivo como éste eran limitadas.


La última noche en Skopje tenía un sabor especial. Salimos a pasear por el centro cuando ya había caído la oscuridad, buscando despedirnos de las calles que habían sido nuestro hogar temporal. La Plaza Macedonia había cambiado su aspecto festivo; el escenario de las celebraciones de Nochevieja ya había desaparecido por completo y la plaza mostraba una calma inusual, con apenas unos pocos transeúntes disfrutando de la noche.
Con esa melancolía tan característica del final de los viajes, fuimos recorriendo por última vez los rincones más bellos de la ciudad. Cada esquina evocaba momentos vividos durante estos diez días. Skopje, aunque alejada de las rutas turísticas más tradicionales, ha demostrado ser un destino que merece la pena descubrir. Una ciudad que, sin necesidad de segundas visitas, nos ha regalado una experiencia única mezclando su rica historia otomana con su peculiar presente arquitectónico.





Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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