Después de haber experimentado el ambiente acogedor y familiar del norte del Bronx el día anterior, decidí aventurarme hacia la zona sur, un área que arrastra una reputación controvertida y que muchos viajeros evitan por completo.
El temido sur del Bronx: mito versus realidad #
Si hay un lugar en Nueva York que sigue generando recelo entre los turistas, ese es sin duda el sur del Bronx. Antes de mi viaje, todos los blogs que consulté desaconsejaban totalmente visitarlo por libre. Muchos mencionaban unas curiosas excursiones en furgonetas con cristales tintados, donde los turistas observan el barrio desde la seguridad del vehículo, realizando solo paradas estratégicas y controladas. Una especie de safari urbano que, personalmente, me parecía excesivo y algo irrespetuoso.
Decidí comprobar por mí mismo qué ocurría realmente en estas calles. Mi estrategia era sencilla: bajarme en la estación de metro de Simpson Street, evaluar el ambiente y, si no me sentía cómodo, simplemente regresar al metro. Al salir a la superficie, efectivamente noté que el ambiente no era tan familiar como en la zona norte donde me alojaba, pero tampoco observé nada que sugiriera un peligro inminente.
Arte urbano: el alma del Bronx plasmada en sus muros #
Sintiéndome relativamente tranquilo, comencé a recorrer las calles fotografiando una impresionante colección de grafitis y murales. El Bronx es, sin duda, una de las galerías de arte urbano más auténticas del mundo, donde los artistas locales plasman su talento, sus reivindicaciones y la historia del barrio en cada pared disponible.
Un museo a cielo abierto #
Lo primero que me sorprendió fue la calidad artística de muchas de estas obras. Lejos de los simples tags o firmas que podemos ver en cualquier ciudad, me encontré con auténticas obras maestras que combinan técnica, mensaje y una estética única que refleja tanto las raíces culturales del barrio como su evolución.
Uno de los murales más impactantes que fotografié mostraba la palabra 'BRONX' en grandes letras, con cada una representando diferentes escenas de la vida cotidiana en el distrito: el metro elevado, edificios emblemáticos, escenas callejeras... Todo ello encabezado por un corazón rojo que simboliza el amor por este lugar tantas veces estigmatizado. Este mural funciona como una declaración de orgullo y pertenencia, mostrando que los habitantes del Bronx aman profundamente su barrio a pesar de los estereotipos negativos.
Cerca de allí, otro impresionante mural representaba a un hombre elegantemente vestido con traje oscuro junto a una señal de 'BIG PUN PL', un homenaje al famoso rapero puertorriqueño Big Pun, nacido en el Bronx y considerado uno de los mejores MC de la historia del hip-hop latino. La meticulosa técnica del artista para plasmar el rostro y los detalles del traje contrastaba con el skyline de la ciudad al fondo, creando un poderoso símbolo de éxito surgido de las calles del barrio.
Especialmente conmovedores son los murales conmemorativos. Fotografié uno dedicado a 'Headache' y 'Papi Gloria', con fechas de nacimiento y muerte inscritas, recordándonos que muchos de estos murales funcionan como monumentos comunitarios para honrar a quienes ya no están. Las expresiones 'In memory of' junto a los nombres y fechas precisas (como '10-10-80 - 7-27-02') transforman estos murales en espacios de memoria colectiva donde el barrio recuerda a sus hijos caídos.
También me llamó la atención un colorido mural que mezclaba elementos de la cultura hip-hop: un joven con estética urbana sosteniendo un cartel de paz, junto a una representación de un vagón de metro en perspectiva y elementos típicos como la boca de incendios amarilla, símbolos inequívocos de la estética urbana del Bronx. La firma del artista 'TATS CRU' y la fecha '2018' revelaban que se trataba de una obra relativamente reciente.
Otro de los murales que fotografié mostraba el rostro de un joven afroamericano rodeado por la bandera puertorriqueña y frases que parecían ser sus últimas palabras: 'Amadou, last words: Mom I'm going to college'. Este mural conmemorativo, fechado en 1999, probablemente hace referencia a alguna víctima de violencia en el barrio, convirtiendo el arte urbano en un poderoso vehículo de denuncia social y recuerdo.
De objeto fotografiado a fotógrafo inadvertido #
Durante este paseo ocurrió una de las anécdotas más hilarantes de todo mi viaje. Mientras caminaba tranquilamente por una calle, admirando estos impresionantes murales, vi cómo se detenía a pocos metros una de esas famosas furgonetas con cristales tintados. Bajaron una ventanilla y varias personas comenzaron a hacer fotos del entorno, incluyéndome a mí en sus encuadres.
Una de ellas me saludó con la mano, yo respondí al saludo y seguí mi camino, conteniendo la risa. Aunque no puedo confirmarlo con total seguridad, tengo la firme sospecha de que algún turista que realizaba la excursión "segura" en furgoneta se llevó una foto mía pensando que había capturado a un auténtico habitante latino del Bronx en su hábitat natural. La ironía no podía ser mayor: yo, turista independiente español, convertido involuntariamente en "atracción turística" para otros visitantes más cautos.
Este pequeño episodio me hizo reflexionar sobre cómo a veces los turistas podemos cosificar los lugares que visitamos y a sus habitantes, reduciéndolos a simples elementos fotográficos de nuestra experiencia. Una lección inesperada sobre respeto y autenticidad que llegó, curiosamente, cuando yo mismo me convertí en el "objeto" fotografiado.
Tras los pasos de Mr. Robot #
Completamente satisfecho con mi incursión por el arte urbano del sur del Bronx, tomé el metro en Elder Avenue rumbo a Midtown. Mi objetivo era localizar un grafiti más para mi colección personal: el mítico mural que aparece en la serie "Mr. Robot", concretamente aquel donde Elliot se despierta en el SUV de Tyrell tres días después del incidente del 5/9.
El contraste entre los murales del Bronx, surgidos de forma orgánica como expresión cultural de la comunidad, y este mural que buscaba ahora, conocido mundialmente por aparecer en una serie de televisión de culto, no podía ser mayor. Dos formas distintas de entender el arte urbano: uno como expresión social auténtica y otro como escenografía urbana que se ha convertido en lugar de peregrinación para fans.
Tras algo de búsqueda, finalmente lo encontré en la esquina de la Sexta Avenida con la calle 17. Lamentablemente, un andamio lo cubría parcialmente, lo que deslució un poco mi hallazgo cinematográfico. Aun así, pude fotografiarlo y añadirlo a mi colección de localizaciones de series, una pequeña afición que me acompaña en mis viajes.
Wall Street: el corazón financiero mundial #
Con la tarde avanzando, me dirigí hacia el Distrito Financiero, con Wall Street como destino principal. Pocas calles en el mundo tienen tanta relevancia simbólica como este estrecho pasaje que recorre apenas ocho manzanas del sur de Manhattan. Originalmente, su nombre proviene del muro ("wall") que los colonos holandeses construyeron en el siglo XVII para proteger sus asentamientos, y hoy representa el epicentro del poder financiero global.
Al recorrer sus aceras, entre edificios de piedra que parecen aplastarte con su imponente altura, se respira un ambiente particular. Aunque el estereotipo de los corredores de bolsa corriendo frenéticamente con papeles ha quedado obsoleto en la era digital, sigue habiendo algo especial en observar a los trabajadores con sus trajes impecables, caminando apresuradamente mientras hablan por teléfono o toman café para combatir el estrés.




El templo de las finanzas: la Bolsa de Nueva York #
El edificio de la Bolsa de Nueva York (NYSE), ubicado en el número 11 de Wall Street, es una auténtica joya arquitectónica neoclásica. Su fachada, dominada por seis colosales columnas corintias y un frontispicio escultórico titulado "Integridad protegiendo las obras del hombre", impresiona a primera vista. Esta escultura, obra de John Quincy Adams Ward, representa simbólicamente los valores que, al menos en teoría, deberían regir el mundo de las finanzas.
Desde la calle, la vista es imponente: la bandera estadounidense ondea junto a otras banderas y pancartas que anuncian las últimas empresas en cotizar en este templo del capitalismo. El día de mi visita, una compañía llamada Apergy exhibía su logotipo en la fachada, señal de su reciente incorporación al mercado bursátil.
Al entrar en el vestíbulo, me sorprendió lo accesible que resulta visitar parte de este edificio tan emblemático. Aunque el famoso parqué de operaciones no está abierto al público general, la zona de visitantes permite observar paneles informativos sobre la historia de este lugar donde se han forjado y destruido fortunas desde 1792. Los datos son impresionantes: en un día normal, se negocian aquí acciones por valor de más de 100.000 millones de dólares.


Federal Hall: donde nació la democracia americana #
A pocos metros de la Bolsa, justo enfrente, se encuentra uno de los edificios con mayor carga histórica de Estados Unidos: el Federal Hall National Memorial. Reconocible por su imponente fachada de estilo griego con columnas dóricas y la estatua de George Washington en su entrada, este lugar marca el punto exacto donde el primer presidente de Estados Unidos prestó juramento en 1789.
Aunque el edificio original fue demolido en 1812, la estructura actual, construida en 1842 como sede de la Aduana, preserva la solemnidad del sitio donde nació la democracia estadounidense. Al entrar, quedé maravillado por su espectacular rotonda interior, coronada por una cúpula que permite la entrada de luz natural a través de un óculo central. El espacio está sostenido por columnas corintias que se elevan majestuosamente hasta el techo, creando un efecto de amplitud y grandeza que nos recuerda la inspiración grecorromana de los padres fundadores.
El suelo de mármol, con sus intrincados diseños circulares, complementa perfectamente la simetría del espacio. Durante mi visita, varios turistas sacaban fotos y contemplaban en silencio este impresionante interior, quizás reflexionando, como yo, sobre los importantes acontecimientos históricos que tuvieron lugar en este enclave: aquí se aprobó la Carta de Derechos de Estados Unidos, se estableció el sistema judicial federal y funcionó el primer Congreso del país.
La visita a estos dos edificios, separados apenas por unos metros pero representando diferentes facetas del poder —el político y el económico—, ofrece una perfecta introducción a la compleja y fascinante historia de Nueva York y, por extensión, de Estados Unidos.




The Seaport: un viaje al pasado marítimo de Nueva York #
Tras mi inmersión en el mundo financiero, me dirigí hacia el este para visitar The Seaport, una de las zonas con más encanto histórico de Manhattan y, sorprendentemente, menos saturada de turistas. Esta área, antiguamente conocida como South Street Seaport, conserva la esencia de lo que fue el primer puerto de Nueva York, el lugar donde la ciudad estableció su conexión comercial con el mundo entero y comenzó su ascenso como potencia económica.
Historia viva junto al East River #
Nada más llegar, lo que más me impresionó fue el contraste entre los relucientes rascacielos del distrito financiero a mis espaldas y estos edificios de ladrillo rojo del siglo XIX perfectamente conservados. Las calles empedradas, que tantas dificultades planteaban a mis zapatos de turista, son las mismas que pisaron marineros, comerciantes y estibadores cuando Nueva York era principalmente un puerto comercial.
El Seaport Museum, aunque no tuve tiempo de visitarlo en profundidad, alberga una fascinante colección que documenta la historia marítima de la ciudad. Lo más destacable son quizás los barcos históricos amarrados en sus muelles, como el Peking y el Wavertree, impresionantes veleros que permiten imaginar cómo era la navegación comercial antes de la era de los contenedores y los gigantescos cargueros actuales.
Un lugar para disfrutar de vistas incomparables #
El muelle 17 ha sido reconvertido en un espacio comercial y gastronómico que respeta la esencia arquitectónica original. Desde su terraza pude disfrutar de una de las mejores vistas del puente de Brooklyn, ese coloso de acero y cable que desde 1883 conecta Manhattan con el borough que le da nombre. Con el atardecer aproximándose, la luz dorada resaltaba cada cable y torre del puente, creando una escena digna de una postal.
Lo que más me gustó de The Seaport fue su ritmo pausado, tan diferente del resto de Manhattan. Parejas paseando tranquilamente, músicos callejeros amenizando las esquinas, y pequeñas tiendas independientes que han resistido la estandarización comercial que afecta a otras zonas turísticas. Me detuve a tomar un café en una terraza con vistas al río, observando cómo los ferries y embarcaciones turísticas surcaban las aguas del East River, con Brooklyn como telón de fondo.




El fenómeno astronómico urbano: Manhattanhenge #
Faltaban solo un par de horas para la puesta de sol, y ese día tenía la fortuna de poder presenciar un espectáculo que ocurre muy pocas veces al año: el Manhattanhenge. Este fenómeno astronómico, bautizado así por el astrofísico Neil deGrasse Tyson en referencia al famoso Stonehenge, sucede cuando el sol se alinea perfectamente con las calles que cruzan Manhattan de este a oeste, creando un corredor de luz dorada entre los rascacielos.
El Manhattanhenge ocurre típicamente dos días en mayo y dos días en julio. Durante estos momentos, el sol se coloca exactamente en el horizonte al final de las calles, iluminando las avenidas perpendiculares con una luz anaranjada espectacular que rebota en los edificios de cristal, creando una atmósfera casi mágica.
Dediqué el resto del día a posicionarme estratégicamente en diferentes ubicaciones a las que pude llegar. Puedes encontrar más información en este artículo dedicado en exclusiva al Manhattanhenge

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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