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Día 7. Cuando los planes no salen como esperábamos

28 mayo 2018

Día 7. Cuando los planes no salen como esperábamos

En todo viaje hay días en los que las cosas simplemente no salen como esperamos. Ya sea por el cansancio acumulado, por una mala planificación o simplemente porque la suerte no nos acompaña. Mi séptima jornada en Nueva York fue precisamente uno de esos días, aunque como siempre, incluso en los momentos menos brillantes se pueden encontrar pequeños tesoros que recordar.

Explorando el Bronx más allá de lo turístico #

La mañana comenzó en mi alojamiento en el norte del Bronx. Después de varios días recorriendo Manhattan de arriba abajo, sentí que le debía al barrio que me acogía un poco más de atención. Nueva York no es solo Manhattan, y quería experimentar la ciudad desde una perspectiva más local y auténtica.

Decidí dar un paseo por los alrededores, partiendo desde la estación de Nereid Avenue hasta llegar al cementerio de Woodlawn. El recorrido me permitió observar la vida cotidiana del barrio, lejos de los centros turísticos y los rascacielos emblemáticos.

El cementerio de Woodlawn: un remanso de paz en la ciudad #

Aunque a muchas personas les pueda parecer extraña la costumbre de visitar cementerios durante los viajes, lo cierto es que estos lugares suelen esconder auténticas joyas arquitectónicas, históricas y artísticas. En mis viajes anteriores, cementerios como el Père-Lachaise en París o el magnífico que descubrí cerca de Notre Dame au Sablon en Bruselas, con sus impresionantes esculturas y mausoleos que parecen auténticas obras de arte, habían resultado visitas memorables.

Sin embargo, en el caso de Woodlawn, aunque se trata de un cementerio histórico muy extenso, limpio y bien cuidado, no encontré nada que me resultara especialmente destacable. Es verdad que descansan allí figuras como Miles Davis, Duke Ellington o Irving Berlin, pero la experiencia no resultó tan impactante como esperaba. Aun así, el paseo entre las amplias avenidas arboladas de Woodlawn proporcionó un momento de tranquilidad que contrastaba con el ritmo frenético de la ciudad.

El cementerio de Woodlawn El cementerio de Woodlawn El cementerio de Woodlawn El cementerio de Woodlawn
El cementerio de Woodlawn

El error del día: en busca del Hudson #

Tras la visita al cementerio, cometí lo que resultaría ser el mayor error del día. Consultando el mapa, observé que me encontraba relativamente cerca del río Hudson, y en su orilla aparecía marcado el Riverdale Park. La idea de poder disfrutar de buenas vistas del río y quizás capturar alguna panorámica de Manhattan desde un ángulo menos habitual me resultó tentadora.

Lo que el mapa no mostraba con claridad es que Riverdale Park es más un área boscosa que un parque urbano convencional. Este parque de más de 43 hectáreas se extiende a lo largo de la ribera este del Hudson, formando un estrecho corredor verde con senderos que serpentean entre árboles centenarios. A pesar de su extensión y su ubicación privilegiada, el parque carece de infraestructuras turísticas o miradores acondicionados.

Para mayor frustración, resultó imposible acercarse a la orilla del río debido a que la línea ferroviaria Metro-North Hudson se interpone entre el parque y el agua, bloqueando cualquier acceso directo al Hudson. Los senderos, aunque pintorescos, no están bien señalizados y en algunos tramos se vuelven bastante empinados y difíciles de transitar. Lo que parecía una distancia corta en el mapa se convirtió en una caminata cada vez más complicada y desorientadora.

Riverdale Park y las vías que bloqueaban mi camino Riverdale Park y las vías que bloqueaban mi camino
Riverdale Park y las vías que bloqueaban mi camino

Perdido entre dos distritos #

Decidí continuar hacia el sur con la esperanza de encontrar una zona más accesible, pero cada vez me surgían más dudas sobre si podría atravesar caminando el río Spuyten Duyvil, que se interponía en mi camino hacia Manhattan. La sensación de haber tomado una mala decisión se hacía cada vez más evidente.

Finalmente, descubrí que el puente Henry Hudson, aunque está diseñado principalmente para el tráfico rodado, cuenta con una estrecha acera que permite el paso de peatones. Este hallazgo supuso un alivio después de horas de caminata sin rumbo claro.

Cruzando el puente Henry Hudson Cruzando el puente Henry Hudson
Cruzando el puente Henry Hudson

Quizás el único punto positivo de este recorrido fue una curiosa panorámica del puente Spuyten Duyvil, una estructura giratoria para ferrocarril que permite también el paso de embarcaciones. Este fascinante puente, construido originalmente en 1899, es uno de los pocos puentes giratorios que quedan en funcionamiento en la ciudad. Su nombre proviene del estrecho canal que conecta el río Harlem con el Hudson, cuyo nombre "Spuyten Duyvil" tiene raíces holandesas y según la leyenda significa "a pesar del diablo" o "escupiendo al diablo", en referencia a las peligrosas corrientes de agua en esta zona.

El puente pivota sobre un eje central permitiendo que los trenes de la línea Metro-North Hudson crucen cuando está cerrado, y se abre para dejar pasar embarcaciones por el canal cuando es necesario. Aunque su mecanismo es impresionante, lo que realmente cautiva es cómo esta estructura de acero se integra en el paisaje, con Manhattan al fondo y las colinas boscosas del Bronx y el norte de Manhattan a ambos lados del río. Este detalle peculiar de ingeniería que, al menos, me proporcionó algunas fotografías interesantes en un día por lo demás frustrante.

La frecompensa del día: descubrir el puente Spuyten Duyvil
La frecompensa del día: descubrir el puente Spuyten Duyvil

Regreso a la civilización #

Continué mi camino por Overlook Meadow hasta llegar a las primeras casas en la zona más septentrional de Manhattan. Me sorprendió descubrir este espacio verde elevado en Inwood Hill Park, desde donde pude disfrutar de unas vistas panorámicas del río Hudson y del condado de Nueva Jersey al otro lado. Apenas me crucé con turistas, solo algunos vecinos del barrio paseando a sus perros y algún que otro corredor local que parecía conocer bien estos senderos serpenteantes.

Mientras caminaba por este pequeño bosque urbano, sorprendentemente salvaje para estar en Nueva York, me llamó la atención cómo esta zona conserva parte de la topografía original de Manhattan. Las colinas y los afloramientos rocosos me dieron una idea de cómo debía ser la isla antes de convertirse en la metrópoli de rascacielos que conocemos hoy. La tranquilidad del lugar contrastaba enormemente con el bullicio al que estaba acostumbrado estos días en el centro de Manhattan, pero para entonces mi ánimo ya estaba por los suelos. Había caminado casi tres horas y la sensación de haber desperdiciado la mañana era inevitable. Cansado y algo frustrado, hice una parada en un restaurante de comida rápida para recuperar fuerzas y, desde allí, tomé el metro hacia el centro de Manhattan.

Paseo por Overlook Meadow y vistas del Puente George Washington Paseo por Overlook Meadow y vistas del Puente George Washington
Paseo por Overlook Meadow y vistas del Puente George Washington

El Museo de Historia Natural a precio simbólico #

Mi siguiente parada fue el Museo Americano de Historia Natural. Un detalle importante sobre este museo es que el precio de entrada indicado es en realidad un "precio sugerido", lo que significa que técnicamente puedes pagar lo que desees. Tras hacer cola en taquilla, ofrecí un pago de 2 dólares y me entregaron la entrada sin objeciones.

Entiendo perfectamente que los museos necesitan financiación y que es importante contribuir con el precio completo de las entradas, pero en mi descargo debo decir que no tenía intención de visitar el museo entero. Mi interés se centraba principalmente en la sección de dinosaurios, y no me parecía justo pagar el precio completo por una visita tan selectiva. La impresionante colección de fósiles y las reconstrucciones de dinosaurios a tamaño real merecieron sin duda la parada, aunque fuera breve.

El Museo de Historia Natural El Museo de Historia Natural El Museo de Historia Natural
El Museo de Historia Natural

Refugio en Central Park #

A la salida del museo, me dirigí a Central Park para dar un paseo relajante. Después de la caminata frustrante de la mañana, necesitaba un entorno más amable. Central Park es un oasis en medio del concreto y el cristal de Manhattan, un espacio verde que permite respirar y desconectar del ritmo vertiginoso de la ciudad.

Recorrí algunos de sus puntos más emblemáticos: el lago con sus barcas, el puente del Bow Bridge con su silueta romántica, el castillo de Belvedere y la fuente de Bethesda. La mezcla de neoyorquinos haciendo deporte, turistas tomando fotos y músicos callejeros creaba esa atmósfera única que hace de Central Park un lugar tan especial. En cualquier otra ocasión, me habría quedado hasta el atardecer para capturar los reflejos dorados del sol en los rascacielos que rodean el parque, pero el cansancio ya empezaba a hacer mella.

Central Park Central Park Central Park Central Park
Central Park

Última parada: Madison Square y Flatiron #

Antes de dar por finalizado el día, tomé el metro hasta Madison Square para contemplar uno de mis edificios favoritos de Nueva York: el Flatiron. Esta estructura triangular, cuyo nombre oficial es Fuller Building, sigue pareciéndome uno de los edificios más elegantes y fotogénicos de toda la ciudad. Su diseño único y la forma en que se inserta en la trama urbana lo convierten en un hito arquitectónico imprescindible.

Paseé por los alrededores, hice algunas fotografías desde diferentes ángulos y me senté unos minutos en la plaza para observar el flujo constante de personas alrededor de este icono neoyorquino.

Madison Square y Flatiron Madison Square y Flatiron Madison Square y Flatiron
Madison Square y Flatiron

El descanso merecido #

En circunstancias normales, habría buscado algún lugar elevado para disfrutar de la puesta de sol sobre la ciudad. Sin embargo, entre la extenuante caminata de la mañana y el cansancio acumulado de los días anteriores, decidí que era momento de priorizar el descanso. A veces, la mejor decisión durante un viaje intenso es reconocer nuestros límites y permitirnos una retirada temprana para recargar energías.

Regresé a mi alojamiento con la sensación agridulce de un día que no había salido según lo planeado, pero con la certeza de que incluso en los días menos afortunados, Nueva York siempre tiene algo que ofrecer. Mañana sería otro día, con nuevas oportunidades para seguir descubriendo esta fascinante ciudad.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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