El primer día de nuestro viaje por Aquitania comenzó con el trayecto desde Bilbao hasta Périgueux, capital del departamento de Dordoña. Un recorrido de aproximadamente seis horas que atraviesa el País Vasco francés y la región de Nueva Aquitania, pasando por paisajes que gradualmente van transformándose de montañosos a suavemente ondulados, anunciando la llegada a las tierras del Périgord.
El viaje por carretera: más que kilómetros #
La ruta desde Bilbao hasta Périgueux transcurre principalmente por la autopista A63 y posteriormente la A89, en un recorrido que, más allá de los casi 500 kilómetros que separan ambas ciudades, supone un verdadero viaje a través de diferentes paisajes y ecosistemas.
Saliendo de la cornisa cantábrica, atravesamos los Pirineos atlánticos para adentrarnos en Las Landas, con sus extensos bosques de pinos que parecen no tener fin. Posteriormente, el paisaje se vuelve más agrícola y ondulado al acercarnos a la región de Dordoña, con sus viñedos y campos salpicados de pequeños pueblos de piedra dorada.
Recomiendo hacer una parada en el área de servicio de Labouheyre, aproximadamente a mitad de camino, no solo para descansar sino para probar alguna especialidad regional en su restaurante, que ofrece productos locales de calidad sorprendente para un área de servicio.
Périgueux: primera impresión de una joya histórica #
Llegamos a Périgueux a media tarde, cuando el sol comenzaba a suavizar su intensidad, otorgando a la piedra caliza de sus edificios ese tono dorado que caracteriza a tantas ciudades del sur de Francia. La primera impresión que ofrece esta ciudad milenaria es la de un lugar donde la historia se respira en cada esquina, desde sus vestigios galo-romanos hasta su esplendoroso centro medieval y renacentista.



La catedral de Saint-Front: el corazón bizantino de Périgueux #
Sin duda, el monumento más emblemático de Périgueux es su extraordinaria catedral de Saint-Front, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como parte de los Caminos de Santiago. Este impresionante edificio representa uno de los ejemplos más notables de arquitectura románico-bizantina en Francia, con sus cinco cúpulas dispuestas en forma de cruz griega que recuerdan sorprendentemente a la basílica de San Marcos de Venecia.
La historia de esta catedral es fascinante: construida originalmente en el siglo XII sobre los restos de una iglesia anterior, fue extensamente reconstruida en el siglo XIX por el arquitecto Paul Abadie, quien posteriormente diseñaría la basílica del Sacré-Cœur de París inspirándose precisamente en Saint-Front. Esta reconstrucción, aunque criticada por algunos puristas, dotó a la catedral de su aspecto actual, con su característico juego de volúmenes blancos coronados por cúpulas y un campanario que se eleva majestuosamente sobre la ciudad.
El interior de Saint-Front sorprende por su luminosidad y amplitud espacial, con sus enormes pilares que sostienen las cúpulas y crean un ambiente de recogimiento único. Merece la pena dedicar tiempo a observar los detalles de sus capiteles románicos, así como el claustro adyacente, un remanso de paz en pleno centro urbano.
Paseando por la ciudad medieval: un viaje en el tiempo #
Más allá de la catedral, el casco antiguo de Périgueux ofrece uno de los conjuntos medievales y renacentistas mejor conservados de Francia. Un laberinto de callejuelas empedradas que invitan a perderse sin rumbo fijo, descubriendo a cada paso mansiones de los siglos XV al XVIII, plazas recogidas y rincones de inesperada belleza.
La rue Limogeanne constituye la arteria principal de este centro histórico, flanqueada por elegantes edificios con fachadas renacentistas y comercios tradicionales. Desemboca en la Place du Coderc, antiguo corazón comercial de la ciudad donde aún hoy se celebra un animado mercado varias veces por semana.
No muy lejos encontramos la Tour Mataguerre, única superviviente de las 28 torres que formaban parte de la muralla medieval, y el impresionante Château Barrière, parcialmente destruido durante las Guerras de Religión pero cuyas ruinas, perfectamente integradas en el tejido urbano, ofrecen un testimonio conmovedor de la turbulenta historia de la región.



La herencia galo-romana: Vesunna y la Torre de Vesone #
Pocos visitantes saben que antes de ser una importante ciudad medieval, Périgueux fue una próspera urbe galo-romana llamada Vesunna. De este pasado se conservan notables vestigios, el más impresionante de los cuales es la Torre de Vesone, un imponente cilindro de 27 metros de altura que formaba parte del templo dedicado a la diosa Vesunna, protectora de la ciudad.
Junto a esta torre se encuentra el Museo Galo-Romano, diseñado por el reconocido arquitecto Jean Nouvel para proteger los restos de una domus romana descubierta en los años 60. El edificio, con su estructura minimalista de cristal y metal que permite visualizar las ruinas desde diferentes perspectivas, constituye un fascinante diálogo entre arquitectura contemporánea y patrimonio antiguo.
La visita a este museo ofrece una inmersión en la vida cotidiana de la Vesunna romana a través de maquetas, reconstrucciones y una impresionante colección de objetos arqueológicos. Los mosaicos conservados in situ son particularmente notables por su estado de conservación y belleza.
Gastronomía perigordina: primer contacto con una cocina legendaria #
Périgueux es también la puerta de entrada a una de las regiones gastronómicas más reputadas de Francia. La cocina del Périgord, basada en productos de extraordinaria calidad como la trufa negra, el foie gras, las nueces, las setas y la carne de pato, ofrece experiencias culinarias inolvidables.
Para la cena, elegimos el restaurante La Ferme St-Louis, ubicado en una antigua granja reconvertida a pocos minutos del centro. Aquí degustamos por primera vez la mítica salsa périgueux, elaborada con vino de Bergerac, demi-glace y trufa negra, que acompañaba un magret de pato cocinado a la perfección. Otros platos destacables fueron la sopa de castañas con un toque de crema de trufa y los confits de pato, cuya carne se deshacía en la boca.
El maridaje con un vino tinto de Bergerac completó una experiencia gastronómica que ya por sí sola justificaría el viaje a esta región.
Alojamiento: confort contemporáneo en entorno histórico #
Nos alojamos en el Hotel Mercure Périgueux Centre, un establecimiento de cuatro estrellas estratégicamente ubicado a pocos minutos a pie del centro histórico. El hotel, instalado en un edificio contemporáneo, ofrece habitaciones espaciosas y confortables, con una decoración sobria pero elegante que incluye guiños a la rica historia de la región.
El personal del hotel mostró un profundo conocimiento de la ciudad y sus alrededores, proporcionándonos valiosas recomendaciones para optimizar nuestra visita. El desayuno bufé, servido en un luminoso comedor con vistas al jardín interior, incluía especialidades locales como pastelería artesanal y quesos regionales, un detalle que siempre agradezco cuando viajo.
Reflexiones al final del primer día #
Mientras contemplaba las luces nocturnas de Périgueux desde la ventana de mi habitación, no podía evitar reflexionar sobre cómo los viajes representan no solo un desplazamiento físico sino también emocional. La belleza de esta ciudad milenaria, el peso de su historia y la serenidad que transmitían sus calles empedradas contrastaban con mi tumulto interior, creando una experiencia de viaje única y profundamente personal.
Périgueux había sido el punto de partida perfecto para nuestro recorrido por Aquitania: una ciudad que, sin estar masificada por el turismo, ofrece un patrimonio histórico, cultural y gastronómico de primer nivel. Una ciudad que invita a caminar sin prisa, a descubrir y, en mi caso, también a reflexionar sobre los caminos que nos llevan a los lugares y los que nos llevan a nosotros mismos.
El primer día de nuestro viaje concluía así, entre la admiración por lo descubierto y la expectativa por lo que estaba por venir. Mañana nos esperaba la Dordoña profunda, con dos de sus joyas más preciadas: Sarlat-la-Canéda y Bergerac, promesas de nuevas experiencias en esta tierra de contrastes y belleza.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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