Tras un día intenso repartiendo nuestro tiempo entre los distintos parques, decidimos dedicar nuestra tercera jornada íntegramente a PortAventura. Una decisión que, sin duda alguna, resultó ser tremendamente acertada.
La magnitud y diversidad de este complejo de ocio es tal que incluso un día completo apenas permite arañar la superficie de todo lo que ofrece a sus visitantes. Esta vez, sin la prisa de tener que combinar dos parques en una sola jornada, pudimos sumergirnos en cada zona temática con mucha más calma, saboreando los detalles y disfrutando de numerosas atracciones que habíamos tenido que dejar pendientes el día anterior.
Las áreas temáticas: un viaje alrededor del mundo sin salir del parque #
Una de las características más fascinantes de PortAventura es su meticulosa división en áreas temáticas perfectamente diferenciadas, cada una recreando con asombroso detalle diferentes regiones del mundo. La transición entre estas zonas está tan cuidadosamente diseñada que realmente sientes que estás viajando de un continente a otro con tan solo cruzar una frontera imaginaria dentro del parque.
La Mediterrània, que sirve como puerta de entrada al parque, te recibe con esa calidez tan característica de los pueblos costeros españoles, con sus edificios encalados y ese ambiente marinero que inmediatamente te transporta a cualquier localidad de nuestra costa. Desde allí, el viaje continúa por el lejano Oeste americano, la exótica Polinesia, el imperial México azteca y la milenaria China, cada zona con su propia personalidad, gastronomía típica y, por supuesto, atracciones tematizadas que complementan perfectamente la experiencia inmersiva.
Atracciones imprescindibles que completaron nuestra experiencia #
Con el calor que hacía durante nuestra visita, Tutuki Splash se convirtió rápidamente en una de nuestras atracciones favoritas de la jornada. Esta atracción acuática, ubicada en la zona de Polynesia, ofrece un recorrido aparentemente tranquilo que culmina con una caída que genera un espectacular chapuzón final. Aunque salir completamente empapado puede no parecer lo ideal en otras circunstancias, bajo aquel sol abrasador resultaba una delicia refrescante que se agradecía enormemente. El agua fresca proporcionaba un alivio inmediato al calor, permitiéndonos continuar nuestro recorrido con renovadas energías.
Si hay una atracción en PortAventura que realmente pone a prueba tu valor, esa es sin duda Hurakan Condor. La espera en la cola fue considerablemente larga, pero puedo asegurar que cada minuto de espera valió absolutamente la pena. A medida que la plataforma asciende lentamente hacia lo alto de esta imponente torre de caída libre, la tensión y la anticipación van creciendo exponencialmente. Las vistas desde arriba son espectaculares, aunque el miedo apenas te permite apreciarlas. Y entonces llega el momento: la caída es tan intensa, tan brutal, que literalmente sientes como si tu estómago se quedara suspendido en lo alto mientras el resto de tu cuerpo desciende a velocidad vertiginosa. Es una sensación indescriptible, una mezcla perfecta de terror y placer que provoca una descarga de adrenalina difícil de igualar.
Tras tantas emociones fuertes y descargas de adrenalina, El Diablo - Tren de la Mina nos ofreció un agradable cambio de ritmo. Esta montaña rusa, ubicada en la zona del Far West, presenta un nivel de intensidad más moderado que resultó perfecto para recuperar el aliento y normalizar nuestros desbocados latidos cardíacos. No obstante, sería injusto describir esta atracción como simple o aburrida; sus curvas, pequeños descensos y giros ofrecen un recorrido divertido y entretenido, solo que sin llegar a los extremos de otras montañas rusas del parque. Es, en definitiva, una opción ideal para quienes buscan emociones sin llevarse un susto de muerte.




Más allá de las atracciones: espectáculos que completan la experiencia #
Una de las grandes virtudes de PortAventura es que no limita su oferta de entretenimiento a las atracciones mecánicas. Entre atracción y atracción, nos dimos tiempo para disfrutar de algunos de los espectáculos que ofrece el parque a lo largo del día, lo que supuso un grato descanso para nuestros cuerpos mientras seguíamos disfrutando de experiencias memorables.
El show de acrobacias acuáticas en la zona de China fue, sin lugar a dudas, el momento culminante de nuestra experiencia con los espectáculos del parque. Los acróbatas, con una técnica impecable fruto de años de entrenamiento, parecían literalmente desafiar las leyes de la gravedad con saltos imposibles y piruetas que arrancaban exclamaciones de asombro del público. La combinación de destreza física, coreografía perfectamente sincronizada y una puesta en escena espectacular creaba un conjunto visualmente impactante que mantenía al espectador con la respiración contenida durante toda la actuación.
Igualmente memorable resultó el espectáculo del Oeste, donde una divertida representación de un tiroteo entre vaqueros y forajidos nos transportó a las mejores películas de western. Los actores, derribándose de tejados y balcones con caídas espectaculares, combinaban a la perfección la acción con toques de humor que arrancaban carcajadas del público. La participación ocasional de algún espectador añadía un elemento de sorpresa y complicidad que hacía aún más disfrutable la experiencia.




La gastronomía: un aspecto fundamental de la experiencia temática #
Aunque los precios de la restauración dentro del parque son considerablemente elevados, decidimos que en esta ocasión merecía la pena darnos un pequeño capricho y probar alguna de las opciones gastronómicas que ofrece PortAventura. Cada área temática cuenta con restaurantes y puestos de comida que mantienen la coherencia con la ambientación de la zona, ofreciendo platos típicos de la región representada.
En nuestro caso, optamos por el restaurante de la zona mexicana, donde degustamos unos nachos con guacamole y unas fajitas que, si bien no pueden competir con la auténtica cocina mexicana, cumplieron sobradamente con las expectativas y nos proporcionaron la energía necesaria para continuar con nuestra intensa jornada de diversión. El ambiente del local, decorado con motivos aztecas y vibrantes colores, completaba la experiencia transportándonos momentáneamente a un rincón de México.
Al caer la tarde: la magia de PortAventura se transforma #
Conforme el sol comenzaba su descenso, el parque experimentaba una transformación casi mágica. La iluminación nocturna de las distintas zonas añadía una nueva dimensión a la experiencia, creando ambientes completamente diferentes a los que habíamos disfrutado durante el día. Atracciones que habíamos probado bajo la luz del sol ofrecían ahora sensaciones distintas envueltas en la penumbra del atardecer, especialmente las montañas rusas, donde la oscuridad amplificaba la sensación de velocidad y vértigo.
Al caer la noche, con las piernas protestando por el esfuerzo de un día entero caminando y el corazón todavía acelerado por las últimas emociones, emprendimos el camino de vuelta hacia nuestro acogedor hostal. El cansancio físico se hacía notar en cada paso, en cada movimiento, pero la satisfacción por un día aprovechado al máximo era inmensamente superior. Las conversaciones durante el trayecto de regreso giraban en torno a los momentos más memorables, las sensaciones más intensas y las sorpresas más agradables que nos había regalado aquel día inolvidable.



Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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