Singapur, esa ciudad-estado que combina tradición y modernidad como pocas en el mundo, continúa sorprendiendo a cada paso. En este cuarto día de viaje, tuve la oportunidad de sumergirme en dos de sus zonas más emblemáticas: la vibrante Chinatown y los impresionantes Gardens by the Bay. Un recorrido que refleja a la perfección la esencia multicultural y vanguardista de este fascinante destino asiático.
Chinatown: Una China en miniatura, perfectamente ordenada #
Tras desayunar ligeramente en el hostel, decidí emprender una caminata matutina hacia Chinatown, uno de los barrios con más personalidad de Singapur. La sensación al llegar fue inmediata: había cruzado una frontera invisible para adentrarme en una pequeña China, pero con ese toque singapurense de pulcritud y orden que caracteriza a la ciudad.
Lo más sorprendente de este barrio es cómo mantiene intacta su autenticidad a pesar del desarrollo urbano que lo rodea. Las calles estrechas como Temple Street y Pagoda Street conservan ese aire tradicional con sus casas shophouse de colores vibrantes y sus toldos rojos. El aroma a incienso y especias invade cada rincón, mezclándose con el bullicio de los comerciantes y visitantes.




El Chinatown Street Market merece mención especial. Sus puestos repletos de recuerdos, telas, artesanías y todo tipo de curiosidades locales son un verdadero festín para los sentidos. Es imposible no detenerse a regatear algún precio o simplemente observar el ir y venir de la gente. Me permití comprar algunos pequeños souvenirs, consciente de que los precios aquí son más razonables que en otras zonas turísticas de la ciudad.
Sin embargo, la experiencia que más me cautivó fue descubrir el Chinatown Complex, un enorme mercado cubierto situado muy cerca, donde los habitantes locales realizan sus compras diarias. Este complejo, el mercado cubierto más grande de Singapur, representa el corazón auténtico de la vida cotidiana en Chinatown.
Entre pasillos estrechos pero perfectamente ordenados, los puestos rebosan de frutas tropicales de colores intensos como el rambután, el mangostán o el durián (este último reconocible por su fuerte aroma incluso antes de verlo).
Los vendedores, en su mayoría ancianos chinos que alternan entre el mandarín y el inglés salpicado de expresiones locales, atienden tanto a amas de casa que seleccionan minuciosamente cada pieza como a cocineros de restaurantes cercanos que se abastecen para el servicio del día. Las verduras frescas, hierbas aromáticas desconocidas para el paladar occidental, pescados dispuestos sobre camas de hielo y carnes colgadas según la tradición china componen un mosaico sensorial que ningún folleto turístico puede transmitir.
Lo que hace especial a este mercado es precisamente su autenticidad intacta. Aquí no hay concesiones al turismo: los precios no están inflados, nadie intenta venderte souvenirs, y puedes observar transacciones y conversaciones que representan el pulso real de la comunidad. Es, sin duda, donde mejor se entiende la importancia de la gastronomía en la cultura china y la meticulosidad con la que seleccionan sus ingredientes frescos diariamente.






La ruta de los templos: Un viaje multicultural en el corazón de Chinatown #
Una de las características más fascinantes de Singapur es su diversidad cultural y religiosa, algo que se hace especialmente palpable en Chinatown. En apenas unos cientos de metros, tuve la oportunidad de visitar templos de distintas religiones, cada uno con su particular belleza e historia. Esta concentración de edificios religiosos de diferentes credos en un espacio tan reducido constituye un ejemplo perfecto de la armonía multicultural que caracteriza a Singapur.
Buddha Tooth Relic Temple: Majestuosidad budista en el corazón de la ciudad #
El Buddha Tooth Relic Temple se alza imponente en South Bridge Road, con su arquitectura de estilo Tang dinastía que evoca los templos tradicionales chinos. Inaugurado en 2007, este templo es relativamente nuevo en comparación con otros edificios religiosos de la zona, pero su importancia cultural y religiosa lo ha convertido rápidamente en uno de los lugares más visitados de Chinatown.
Nada más traspasar su puerta principal, quedé impresionado por la monumentalidad del Gran Salón de la Oración en la planta baja. Un Buda de gran tamaño preside la estancia, flanqueado por cientos de pequeñas estatuas doradas dispuestas en hileras perfectamente ordenadas en las paredes laterales. El techo, adornado con intrincados frescos que narran la vida de Buda, añade un toque de color al ambiente dominado por el rojo y el dorado.
Pero sin duda, el verdadero tesoro se encuentra en el cuarto piso. Allí, en una cámara sagrada llamada Sacred Light Hall, se conserva la reliquia que da nombre al templo: un diente atribuido a Buda, hallado según la tradición entre las cenizas de su pira funeraria. La reliquia se guarda en una impresionante estupa hecha con 320 kg de oro, rodeada de una atmósfera de recogimiento y devoción. El acceso a esta sala está restringido a determinadas horas y se requiere un comportamiento especialmente respetuoso.
El templo alberga también un interesante museo budista en el tercer piso, donde se exhiben estatuas, manuscritos y objetos rituales que ilustran la historia y las prácticas de esta religión. Para los amantes de la cultura oriental, representa una oportunidad única de profundizar en el budismo mientras se disfruta de la paz que emana de este espacio sagrado.






Sri Mariamman Temple: El exuberante colorido de la India en Singapur #
A escasa distancia, en South Bridge Road, el Sri Mariamman Temple emerge como un estallido de color y formas que contrastan radicalmente con la estética del templo budista. Fundado en 1827 por Naraina Pillai, un comerciante procedente de Penang, es el templo hindú más antiguo de Singapur y está dedicado a la diosa Mariamman, protectora contra las enfermedades y epidemias, muy venerada en el sur de la India.
Lo que más llama la atención es sin duda su gopuram o torre de entrada, una estructura piramidal de seis niveles completamente cubierta por figuras de deidades hindúes, animales mitológicos y motivos florales, todas ellas policromadas con colores vibrantes. Se dice que hay más de 70 figuras escultóricas en esta fachada, cada una con su simbolismo particular dentro de la mitología hindú.
Tras descalzarme, como marca la tradición, me adentré en el recinto principal. El mandapam o salón abierto conduce al santuario interior donde se encuentra la imagen de la diosa Mariamman. Las columnas talladas, los frescos en el techo y el constante aroma a incienso crean una atmósfera envolvente que transporta directamente al subcontinente indio.
Este templo no es solo un lugar de culto sino también un importante centro social para la comunidad india de Singapur, especialmente durante el festival de Theemithi (caminata sobre el fuego), que se celebra anualmente entre octubre y noviembre.






Masjid Jamae (Chulia): La fusión arquitectónica del islam del sur de la India #
Completando esta experiencia multicultural, a pocos pasos se encuentra la Masjid Jamae, también conocida como Chulia Mosque por haber sido fundada por los musulmanes chulia procedentes de la costa de Coromandel en el sur de la India. Construida originalmente en 1826 y reconstruida en 1835, esta mezquita representa un ejemplo fascinante de arquitectura híbrida que combina elementos neoclásicos con influencias islámicas e indias.
La fachada principal, con sus dos torres minaretes de estilo indo-islámico flanqueando una entrada con columnas de inspiración neoclásica, crea un contraste visual que refleja a la perfección el cruce cultural que caracteriza a Singapur. Este diseño poco convencional para una mezquita se debe probablemente a la influencia de los arquitectos europeos que trabajaban en la colonia británica durante el siglo XIX.
A diferencia del colorido templo hindú, aquí predomina la sobriedad propia del islam, con espacios amplios y diáfanos. La sala de oraciones principal, orientada hacia La Meca, contiene hermosos elementos decorativos caligráficos con versos del Corán, mihrab (nicho que indica la dirección de La Meca) finamente decorado y un mimbar (púlpito) desde donde el imán dirige la oración del viernes.
Lo más interesante de esta mezquita es cómo ha sabido preservar la identidad cultural específica de los musulmanes de origen indio, diferenciándose así de otras mezquitas de influencia árabe o malaya presentes en Singapur. Es un recordatorio tangible de las rutas comerciales que conectaban distintas partes de Asia y que contribuyeron decisivamente a la fundación y desarrollo de la ciudad-estado.


Una parada gastronómica en Maxwell Food Centre #
Con el estómago reclamando atención tras tanta caminata, no había mejor lugar para almorzar que el famoso Maxwell Food Centre. Este hawker centre es uno de los más populares de la ciudad, y por buenas razones.
Decidí probar el famoso Hainanese Chicken Rice, un plato aparentemente sencillo pero de una complejidad de sabores sorprendente. El arroz cocido en caldo de pollo, acompañado de tiernas láminas de pollo y esas salsas de chile y jengibre que elevan el conjunto a otra dimensión. Todo por unos pocos dólares singapurenses que hacen de esta comida una de las mejores relaciones calidad-precio del viaje.
De Tanjong Pagar a Pinnacle@Duxton #
Con renovadas energías, continué mi recorrido hacia el sur de Chinatown, adentrándome en zonas menos transitadas por los turistas pero igualmente fascinantes.
Sri Layan Sithi Vinayagar Temple: Un remanso de espiritualidad dedicado a Ganesha #
En Keong Saik Road, casi oculto entre edificios modernos y antiguas casas shophouse, se encuentra el Sri Layan Sithi Vinayagar Temple, un templo hindú que data de 1925 y está dedicado a Ganesha, el dios con cabeza de elefante venerado como removedor de obstáculos y patrón de las artes y las ciencias.
A diferencia del bullicioso Sri Mariamman Temple, este santuario ofrece una atmósfera más tranquila e íntima. Su fachada, aunque más modesta en dimensiones, exhibe igualmente un colorido gopuram adornado con figuras del panteón hindú, en particular representaciones de Ganesha en diversas poses y manifestaciones. Los tonos pastel de las esculturas contrastan con el blanco predominante de la estructura, creando un conjunto visualmente armonioso.
Al entrar, descubrí un espacio más pequeño pero impregnado de una intensa espiritualidad. El sanctum sanctorum alberga la imagen principal de Ganesha, flanqueada por otras deidades como Shiva, Parvati y Murugan, que completan esta familia divina según la tradición hindú. Me llamó especialmente la atención un peculiar Ganesha reclinado, una representación poco común de esta deidad que según me explicó un devoto local, simboliza la meditación profunda.
El templo es particularmente activo durante la festividad de Vinayagar Chaturthi, celebrada en agosto-septiembre, cuando la estatua de Ganesha es sacada en procesión por las calles circundantes. Durante mi visita, pude observar a varios fieles realizando la pradakshina, la circunvalación ritual alrededor del sanctum que forma parte de la adoración hindú.
Lo que hace especial a este templo es su carácter comunitario y la mezcla de devotos: desde trabajadores de oficinas cercanas que hacen una breve parada para rezar en su camino al trabajo, hasta ancianos del barrio que pasan largas horas en contemplación. Es un recordatorio perfecto de cómo la religión se integra en la vida cotidiana en muchas culturas asiáticas.




La transformación de Tanjong Pagar: Entre el pasado colonial y el futuro #
Tras visitar el templo, me adentré en la zona de Tanjong Pagar, un área que ejemplifica a la perfección la evolución urbanística de Singapur. Este barrio, cuyo nombre significa literalmente "cabo de los pescadores" en malayo, tiene una historia fascinante: de ser un modesto puerto pesquero pasó a convertirse en un importante distrito portuario durante la época colonial británica y, actualmente, representa uno de los espacios urbanos más dinámicos de la ciudad.
Lo que hace único a Tanjong Pagar es su sorprendente convivencia arquitectónica. Recorriendo calles como Duxton Road o Craig Road, pude admirar hileras enteras de casas shophouse, esas viviendas tradicionales de dos o tres plantas con fachadas estrechas y profundos interiores que caracterizaron la arquitectura urbana del sudeste asiático entre los siglos XIX y principios del XX. Muchas de ellas han sido meticulosamente restauradas, manteniendo sus coloridas fachadas con ventanas de persianas y elaborados estucos que combinan motivos chinos, malayos y europeos.
Pero basta con levantar la vista por encima de estos edificios históricos para contemplar imponentes rascacielos de cristal y acero que se elevan hacia el cielo, albergando oficinas de multinacionales, hoteles de lujo y apartamentos exclusivos. Este contraste vertical resulta sobrecogedor: mientras que a nivel de calle se respira la nostalgia de otra época, el horizonte pertenece inequívocamente al siglo XXI.
Particularmente interesante resultó ver cómo muchas de estas antiguas shophouses han encontrado nuevos usos sin perder su esencia arquitectónica. Lo que antaño fueron viviendas familiares y pequeños comercios ahora albergan restaurantes vanguardistas, boutiques de diseño, cafeterías de especialidad y galerías de arte que han convertido a Tanjong Pagar en uno de los distritos más trendy de Singapur. Es la gentrificación en su estado más puro, pero ejecutada con un respeto poco común hacia el patrimonio histórico.




Pinnacle@Duxton: Reinventando la vivienda pública #
Mi caminata por Tanjong Pagar culminó en uno de los proyectos urbanísticos más emblemáticos del Singapur moderno: Pinnacle@Duxton. Este impresionante complejo residencial, inaugurado en 2009, rompe literalmente todos los esquemas preconcebidos sobre lo que entendemos por "vivienda social" o "vivienda pública".
Lo primero que impacta es su escala: siete torres idénticas de 50 pisos cada una, que con sus 163 metros de altura figuran entre los edificios residenciales públicos más altos del mundo. El diseño, fruto de un concurso internacional de arquitectura ganado por el estudio ARC Studio Architecture + Urbanism, representa perfectamente la ambición singapurense de crear espacios habitacionales de alta densidad pero con excelente calidad de vida.
La característica más distintiva de Pinnacle@Duxton son sus dos sky bridges o pasarelas aéreas (situadas en los pisos 26 y 50) que conectan las siete torres entre sí, creando jardines lineales elevados de 500 metros de longitud. Estas pasarelas no solo proporcionan algunas de las mejores vistas panorámicas de la ciudad, sino que también crean espacios comunitarios a gran altura donde los residentes pueden realizar actividades físicas, socializar o simplemente disfrutar del paisaje urbano.
Aunque el acceso al skybridge del piso 50 está restringido (se cobra una pequeña entrada a los no residentes y hay un límite diario de visitantes), pude apreciar la magnitud del proyecto desde la plaza inferior. Este espacio público a nivel de calle, con sus jardines, zonas de juego infantil y áreas de descanso, demuestra cómo la arquitectura contemporánea puede crear entornos urbanos habitables incluso en proyectos de alta densidad.
Lo más sorprendente de Pinnacle@Duxton es que, a pesar de su aspecto de complejo de lujo, se trata de viviendas construidas y gestionadas por la Housing & Development Board (HDB), la agencia gubernamental responsable de la vivienda pública en Singapur. Este proyecto ejemplifica la filosofía singapurense de que la vivienda pública no tiene por qué ser sinónimo de baja calidad o diseño mediocre, y justifica en parte por qué más del 80% de la población de la ciudad-estado vive en viviendas desarrolladas por el sector público.



Gardens by the Bay: Donde la naturaleza se encuentra con la tecnología #
La tarde estaba reservada para uno de los lugares que más había deseado visitar: Gardens by the Bay. Este parque futurista representa como pocos la visión de Singapur como "ciudad jardín" y su compromiso con la sostenibilidad.
Nada me había preparado para el impacto visual de los Supertrees. Estas estructuras verticales de entre 25 y 50 metros de altura, cubiertas de plantas y flores, parecen salidas de una película de ciencia ficción. Lo más impresionante es saber que no son meramente decorativas: funcionan como jardines verticales, recolectan agua de lluvia y generan energía solar. La ingeniería y la estética en perfecta simbiosis.






Flower Dome y Cloud Forest: Ecosistemas bajo cristal #
La experiencia en Gardens by the Bay continuó con la visita a sus dos emblemáticos conservatorios, dos prodigios de ingeniería y diseño sostenible que albergan ecosistemas completos en entornos controlados. Adquirí la entrada combinada para ambos recintos (28 SGD), una inversión que merece cada céntimo por la calidad y singularidad de la experiencia.
Flower Dome: Un viaje por los cinco continentes en el invernadero más grande del mundo #
El Flower Dome ostenta el récord Guinness al invernadero de cristal más grande del mundo, con sus 1,2 hectáreas de superficie bajo una impresionante cúpula geodésica de 38 metros de altura. Lo primero que sorprende al entrar es la agradable sensación térmica: mientras fuera el calor y la humedad tropicales resultan a veces abrumadores, aquí se mantiene una temperatura constante de entre 23 y 25 grados centígrados, recreando el clima fresco y seco de las regiones mediterráneas y semiáridas del planeta.
El espacio está organizado en nueve jardines temáticos diferentes que representan distintos biomas: el Jardín Mediterráneo, el Jardín de Sudáfrica, el Jardín de California, el Jardín de Australia, el Jardín de América del Sur, el Jardín de Olivos, un Bosque de Baobabs, el Jardín de Suculentas y el Jardín de Flores Estacionales que va cambiando a lo largo del año con exposiciones temáticas.
Mi recorrido comenzó por la zona de los baobabs, esos árboles monumentales de troncos ensanchados que parecen centinelas de otro mundo. El ejemplar más grande del invernadero tiene más de 32 toneladas y fue transportado especialmente desde África, una hazaña logística que da idea de la ambición de este proyecto.
En el Jardín de Olivos quedé fascinado por algunos ejemplares milenarios traídos desde el Mediterráneo, con sus troncos retorcidos que han sido testigos de siglos de historia. La sección de suculentas me pareció particularmente fotogénica, con sus extrañas formas geométricas y colores que van desde el verde azulado hasta el rojo intenso, creando composiciones que parecen esculturas vivientes.
El Jardín de Flores Estacionales, situado en el centro del Flower Dome, acogía durante mi visita una exposición dedicada al Año Nuevo Chino, con cientos de crisantemos, peonías y ciruelos en flor dispuestos en ingeniosas composiciones que recreaban motivos tradicionales chinos. Este espacio cambia completamente varias veces al año, acogiendo tematizaciones como "Tulipmanía" en primavera o "Navidad Mágica" a final de año.
Uno de los aspectos más interesantes del Flower Dome es su diseño sostenible. El cristal especial de la cúpula permite el paso de la luz natural pero filtra el calor, mientras que el sistema de climatización aprovecha el compost generado por los residuos vegetales del propio parque. Incluso el agua de lluvia se recoge y reutiliza para el riego, ejemplificando a la perfección la filosofía ecológica que impregna todo Gardens by the Bay.








Cloud Forest: La montaña en la ciudad y el viaje vertical por ecosistemas tropicales #
Si el Flower Dome me había impresionado, el Cloud Forest literalmente me dejó sin palabras desde el momento en que crucé sus puertas. Una imponente montaña artificial de 35 metros de altura cubierta de vegetación y coronada por la cascada interior más alta del mundo te recibe en un ambiente envuelto en niebla fresca.
Este segundo conservatorio recrea las condiciones de los bosques nubosos tropicales que se encuentran en regiones montañosas entre los 1.000 y 3.000 metros de altura en zonas como el Sudeste Asiático, América Central o África Central. La temperatura interior se mantiene entre los 23 y 25 grados, pero con una humedad mucho más elevada que en el Flower Dome, recreando ese ambiente neblinoso tan característico de estos ecosistemas.
La exploración del Cloud Forest es, esencialmente, un viaje vertical. Tras admirar la cascada desde su base, tomé un ascensor que me llevó hasta la parte superior de la "montaña", denominada "Lost World" (Mundo Perdido). Desde allí, un sistema de pasarelas elevadas llamado "Cloud Walk" y "Tree Top Walk" permite descender gradualmente en espiral alrededor de la estructura, atravesando diferentes niveles de vegetación que representan los distintos pisos altitudinales de un bosque nuboso.
La diversidad botánica es abrumadora: más de 130.000 plantas pertenecientes a unas 750 especies diferentes procedentes de todas las regiones tropicales montañosas del planeta. Las orquídeas son las grandes protagonistas, con una colección de especímenes raros que incluye algunas especies en peligro de extinción. También me llamaron la atención las plantas carnívoras, con sus ingeniosas trampas para capturar insectos, y los delicados helechos que tapizan grandes zonas de la montaña.
A media altura de la estructura se encuentra una de las áreas más fascinantes: "Crystal Mountain", una caverna artificial que alberga una impresionante colección de cristales y formaciones rocosas, acompañada de exhibiciones interactivas sobre la geología y la formación de las montañas. Este espacio también sirve como introducción a una de las temáticas principales del Cloud Forest: la concienciación sobre el cambio climático y la fragilidad de estos ecosistemas. En la parte inferior, la exposición "+5 Degrees" ilustra de manera impactante cómo un aumento de 5 grados en la temperatura global afectaría dramáticamente a los bosques nubosos y a otras regiones del planeta. Esta componente educativa está integrada de forma inteligente en toda la experiencia, sin resultar didáctica en exceso pero transmitiendo un mensaje poderoso sobre la importancia de la conservación.
Cada dos horas, un sistema de nebulización se activa en las alturas del domo, creando una fina lluvia que desciende lentamente por toda la montaña. Este espectáculo no solo contribuye a mantener la humedad necesaria para las plantas, sino que ofrece a los visitantes una representación viviente del ciclo del agua en estos ecosistemas montañosos.
La combinación de ingeniería avanzada, diseño paisajístico y mensaje ecológico hace del Cloud Forest una experiencia transformadora que va mucho más allá de un simple jardín botánico. Es una inmersión sensorial completa en un ecosistema tan bello como amenazado, y una demostración del compromiso de Singapur con la sostenibilidad y la educación ambiental.








Explorando los jardines al atardecer: Un interludio entre naturaleza y arte #
Al salir del Cloud Forest, comprobé que aún quedaba alrededor de una hora hasta el espectáculo nocturno Garden Rhapsody. En lugar de abandonar Gardens by the Bay, decidí aprovechar ese tiempo para explorar con calma los extensos jardines que se extienden entre los distintos hitos del parque. Esta decisión resultó ser un acierto, pues descubrí que más allá de los llamativos Supertrees y los impresionantes conservatorios, Gardens by the Bay ofrece una multitud de rincones encantadores que complementan perfectamente las grandes atracciones.
El complejo cuenta con varios jardines temáticos diseñados con exquisito detalle. En mi paseo vespertino recorrí el Heritage Garden, que presenta plantas vinculadas a las distintas culturas de Singapur (china, malaya, india y colonial), mostrando cómo cada comunidad ha contribuido a la tradición botánica del país. Cada sección no solo exhibe especies representativas sino que incorpora elementos arquitectónicos y ornamentales propios de cada cultura.
El World of Plants resultó ser una sorprendente lección de botánica al aire libre, con áreas dedicadas a mostrar distintas adaptaciones vegetales: plantas carnívoras, trepadoras, epifitas y especies que han desarrollado mecanismos de polinización fascinantes. Cada espacio incluye paneles informativos discretamente integrados en el paisaje que convierten el paseo en una experiencia tan educativa como estética.
A medida que el sol comenzaba a declinar, el Dragonfly Lake adquirió un encanto especial. Este gran estanque, además de su belleza paisajística con los Supertrees reflejándose en sus aguas, cumple una importante función ecológica como biotopo para libélulas, peces y otras especies acuáticas que contribuyen al equilibrio natural del parque. Una pasarela zigzagueante permite atravesarlo mientras se observa la vida que bulle bajo la superficie.
Lo que más me sorprendió fue descubrir la rica colección de esculturas contemporáneas dispersas por todo el recinto. Obra de artistas locales e internacionales, estas piezas dialogan armoniosamente con el entorno natural. Desde abstracciones en metal que juegan con la luz del atardecer hasta representaciones figurativas en piedra o cerámica, cada escultura ofrece un punto de contemplación y reflexión. Especialmente llamativa me pareció "Planet", una gigantesca cabeza de bebé que parece flotar sobre el césped, creando un efecto de ingravidez sorprendente a pesar de su volumen.
El diseño del parque incluye numerosos espacios de descanso estratégicamente ubicados: bancos bajo la sombra de árboles floridos, hamacas entre palmeras, e incluso pequeños anfiteatros de césped donde algunos visitantes se habían tumbado para leer o simplemente contemplar el cielo cambiante. La transición del día a la noche en estos jardines resulta especialmente mágica, con una iluminación que va activándose progresivamente, resaltando senderos, árboles singulares y elementos arquitectónicos.
Al acercarse la hora del espectáculo nocturno, los Supertrees empezaron a destacar cada vez más en el crepúsculo, con sus estructuras metálicas sutilmente iluminadas. Me dirigí entonces hacia el Supertree Grove, donde ya comenzaban a reunirse otros visitantes con la misma expectación que yo sentía por presenciar el Garden Rhapsody.










Garden Rhapsody: Un espectáculo de luz y sonido #
Como broche de oro a un día inolvidable, esperé hasta el anochecer para presenciar el Garden Rhapsody, el espectáculo gratuito de luz y sonido que tiene lugar entre los Supertrees. A las 19:45, estos gigantes metálicos cobraron vida con miles de luces LED que bailaban al ritmo de la música.
Durante quince minutos, quedé completamente hipnotizado por la coreografía lumínica que transformaba el paisaje en algo mágico. La música, especialmente seleccionada para acompañar este despliegue tecnológico, resonaba entre las estructuras creando una atmósfera envolvente. Observando a mi alrededor, comprobé que no era el único embelesado: cientos de personas miraban hacia arriba con la misma expresión de asombro.





El regreso: Marina Bay bajo las estrellas #
Con la mente llena de imágenes y sensaciones tras el espectáculo Garden Rhapsody, mi estómago me recordó que aún no había cenado. Por suerte, dentro del mismo complejo de Gardens by the Bay se encuentra Satay by the Bay, un hawker center especializado en comida local que se ha convertido en parada obligatoria para muchos visitantes.
Este centro gastronómico al aire libre, más pequeño y especializado que Maxwell Food Centre, ofrece un ambiente relajado con mesas comunales bajo pérgolas desde las que se pueden contemplar las vistas nocturnas. Como su nombre indica, el satay (brochetas de carne marinada) es la estrella del lugar, pero la oferta incluye una buena selección de platos singapurenses, malayos, indios y chinos.
Tras la cena, emprendí el camino de regreso hacia mi hostel. Marina Bay me pillaba justamente de camino, por lo que pude disfrutar nuevamente de este emblemático espacio urbano, esta vez con la mágica iluminación nocturna. El perfil del hotel Marina Bay Sands, los rascacielos del distrito financiero y el Merlion arrojando agua incansablemente componían una postal perfecta para despedir esta jornada.
La bahía de noche transmite una energía diferente a la que se percibe durante el día. Más íntima, más reflexiva. Mientras caminaba por los senderos junto al agua, no pude evitar pensar en cómo Singapur ha logrado transformarse en apenas unas décadas en esta ciudad del futuro que, sin embargo, no renuncia a sus raíces.
Este cuarto día de viaje me confirmó por qué Singapur está en la lista de destinos imprescindibles para cualquier viajero. La combinación de culturas, la armonía entre naturaleza y desarrollo urbano, y esa sensación constante de estar visitando tanto el presente como el futuro hacen de esta ciudad-estado una experiencia única en Asia.





Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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