Singapur día 5: Cuando los caminos inesperados traen los mejores encuentros #
El quinto día de mi viaje a Singapur comenzó con un plan muy definido: explorar la famosa ruta de Southern Ridges, uno de los tesoros naturales mejor guardados de esta ciudad-estado. Sin embargo, lo que empezó como una jornada de senderismo urbano terminó convirtiéndose en una de esas experiencias que dan sentido a viajar: un encuentro casual que derivó en una profunda conexión humana.
Southern Ridges: un oasis verde en la jungla urbana #
La mañana empezó tomando un autobús hasta Alexandra Road, punto donde se encuentra el impresionante Alexandra Arch, la puerta de entrada a Southern Ridges. Para quienes no lo conozcan, Southern Ridges es una ruta de aproximadamente 10 kilómetros que conecta varios parques y espacios naturales a través de pasarelas elevadas, puentes y senderos que serpentean entre la vegetación.
Este recorrido es un ejemplo perfecto de cómo Singapur ha sabido integrar la naturaleza en su paisaje urbano. La ruta atraviesa cinco parques: Mount Faber Park, Telok Blangah Hill Park, HortPark, Kent Ridge Park y Labrador Nature Reserve. Lo más fascinante es que la mayor parte del trayecto transcurre por pasarelas elevadas que permiten caminar literalmente entre las copas de los árboles, ofreciendo vistas panorámicas de la ciudad, el puerto y las islas del sur.
Uno de los puntos más emblemáticos de Southern Ridges es Henderson Waves, un espectacular puente peatonal que, con sus 36 metros de altura, es el más elevado de Singapur. Su diseño ondulado, que semeja el movimiento de una ola, no solo es estéticamente impresionante sino que crea unos espacios curvos debajo de la estructura que funcionan como áreas de descanso protegidas del sol. Desde aquí, las vistas hacia la isla de Sentosa y el horizonte urbano son realmente memorables.
La ruta continúa hacia Mount Faber Lookout Point, un mirador que ofrece una de las panorámicas más completas de la ciudad. Este espacio, además de sus vistas, alberga restaurantes donde muchos visitantes hacen una pausa para reponer fuerzas mientras contemplan el skyline singapurense.






Un encuentro casual que cambió el rumbo del día #
Lo que hace especiales los viajes no es solo lo que vemos, sino las personas que encontramos en el camino. Durante mi recorrido por Southern Ridges, entablé conversación con un chico francés que estaba haciendo una ruta por el sudeste asiático. Había llegado a Singapur apenas dos días antes, después de visitar Myanmar, y tenía esa mirada de asombro y curiosidad que solo se ve en quienes exploran un lugar por primera vez.
La conversación fluyó con naturalidad mientras caminábamos por las pasarelas elevadas. A veces es sorprendente cómo con personas que acabas de conocer puedes sentir una conexión inmediata, como si fueran amigos de toda la vida. Hay algo en estar lejos de casa que nos hace más abiertos, más dispuestos a compartir.
Al llegar a Mount Faber, decidimos continuar juntos hacia VivoCity, uno de los centros comerciales más grandes de Singapur. El calor y la humedad de la ciudad hacen que estos espacios climatizados sean auténticos oasis, así que aprovechamos para tomar algo fresco y recuperar energías.




Un cambio de planes inesperado #
Mi plan inicial era cruzar desde VivoCity hacia la isla de Sentosa, un destino turístico por excelencia con sus playas, atracciones y resorts. Sin embargo, mi nuevo amigo francés expresó su deseo de conocer Marina Bay, esa zona emblemática que aparece en todas las postales de Singapur. Como yo ya había visitado esa área en días anteriores, me convertí improvisadamente en su guía personal.
Marina Bay es, sin duda, el escaparate de la Singapur moderna y futurista. Dominada por la silueta inconfundible del Marina Bay Sands con su "barco" en lo alto, esta zona concentra algunos de los edificios más impresionantes de la ciudad. El paseo junto al agua permite admirar joyas arquitectónicas como el ArtScience Museum con forma de flor de loto, los Gardens by the Bay con sus icónicos Supertrees o el Merlion, esa estatua mitad león mitad pez que se ha convertido en símbolo nacional.




Siguiendo el cauce del río hasta Clarke Quay #
Después de recorrer Marina Bay, decidimos seguir caminando por la orilla del río en dirección a Clarke Quay. Este paseo ribereño es una delicia, con edificios coloniales restaurados que conviven con rascacielos modernos, pequeños puentes peatonales y numerosas estatuas que recuerdan la historia comercial y portuaria de Singapur.
Clarke Quay es conocido por su ambiente nocturno y sus numerosos bares y restaurantes, muchos de ellos situados en antiguos almacenes reconvertidos. Sin embargo, los precios en esta zona turística pueden ser bastante elevados, así que optamos por una solución más práctica y auténtica: comprar bebidas en un Seven Eleven cercano y sentarnos tranquilamente junto al río para seguir conversando mientras veíamos pasar los barcos turísticos.






Conversaciones profundas en un rincón de Asia #
Lo que había comenzado como un encuentro casual entre dos viajeros se fue transformando en una conversación cada vez más profunda. De las habituales comparaciones de itinerarios y recomendaciones de lugares, pasamos a hablar de nuestras motivaciones para viajar, nuestros planes de futuro e incluso nuestras creencias más personales.
Mi compañero me habló de su reciente divorcio, de cómo estaba reconstruyendo su relación con su hija adolescente y de cómo este viaje por Asia le estaba ayudando a reconectar consigo mismo tras un periodo difícil. Hay algo en estar lejos de casa, en un entorno completamente diferente, que nos permite abrirnos y hablar de temas que quizás no compartiríamos tan fácilmente en nuestro entorno habitual.
Por mi parte, le conté mi experiencia lidiando con la sarcoidosis durante los últimos años y cómo este viaje representaba para mí una prueba personal, una forma de demostrarme que había superado los malos momentos y que podía volver a disfrutar plenamente de la vida y la aventura.
Final de jornada en Chinatown #
Cuando el sol comenzó a ponerse, nuestros pasos nos llevaron a Chinatown, uno de los barrios con más personalidad de Singapur. Este vibrante enclave, con sus calles decoradas con farolillos rojos, sus templos budistas y taoístas, y sus puestos de comida callejera, ofrece una experiencia sensorial completamente diferente al resto de la ciudad.
Allí, entre el bullicio de los mercados nocturnos y el aroma de la comida, decidimos terminar el día compartiendo un par de cervezas Tiger (la marca local) y cenando en uno de los puestos callejeros de la zona, mientras seguíamos conversando sobre la vida, los viajes y esas pequeñas epifanías que a veces nos regala estar lejos de casa.
Reflexión final: los desvíos que valen la pena #
Este quinto día en Singapur acabó siendo completamente diferente a lo que había planeado. No visité la isla de Sentosa como tenía previsto, y apenas dediqué unas horas a la ruta de Southern Ridges. Sin embargo, ganó algo mucho más valioso: una conexión humana auténtica, una de esas conversaciones que te hacen ver las cosas desde otra perspectiva.
A veces, los mejores momentos de un viaje son precisamente aquellos que no estaban en el itinerario. Las conexiones inesperadas, los caminos secundarios, los planes improvisados. Ese día me recordó por qué viajamos: no solo para ver lugares, sino para vivir experiencias que nos transformen de alguna manera.
Singapur me regaló mucho más que impresionantes rascacielos y jardines futuristas. Me regaló un día de conversaciones sinceras con un desconocido que, durante unas horas, se convirtió en un amigo. Y aunque probablemente nuestros caminos no vuelvan a cruzarse, esas horas compartiendo experiencias y reflexiones quedarán guardadas como uno de los recuerdos más valiosos de este viaje al sudeste asiático.

Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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