Nuestro tercer día en Valencia lo dedicamos a profundizar en el patrimonio histórico y cultural de la ciudad. Después de haber disfrutado de su entorno natural y su arquitectura futurista, era el momento de zambullirnos en su pasado y tradiciones. El itinerario prometía ser intenso pero fascinante, con visitas a algunos de los monumentos y museos más emblemáticos de la capital del Turia.
La Estación del Norte: un recibimiento modernista #
Comenzamos el día dirigiéndonos a la Estación del Norte, una joya del modernismo valenciano que, a pesar de seguir funcionando como estación de trenes, es también un monumento artístico de primer orden. Construida entre 1906 y 1917 y diseñada por el arquitecto Demetrio Ribes, esta estación es un ejemplo magnífico de la adaptación valenciana del modernismo.
Nada más traspasar sus puertas, quedé absolutamente maravillado. Si el exterior ya auguraba algo especial, el interior superó todas mis expectativas. El vestíbulo principal, con su decoración de azulejos, mosaicos y elementos ornamentales inspirados en motivos de la huerta valenciana y elementos marinos, es un espectáculo para los sentidos.
Los detalles me cautivaron: desde las vidrieras con motivos florales hasta las farolas modernistas, pasando por los bancos de madera tallada y los mosaicos que representan escenas cotidianas. Todo en este edificio parece diseñado para recordarnos que estamos entrando en una ciudad con personalidad propia, una ciudad orgullosa de su identidad y su historia.
Pasamos un buen rato fotografiando cada rincón y admirando cómo un espacio tan funcional como una estación de tren puede convertirse en un verdadero museo de arte aplicado a la arquitectura. Aunque los viajeros apresurados pasaban a nuestro lado con sus maletas, nosotros nos tomamos nuestro tiempo para apreciar cada detalle de este tesoro modernista.




El Ayuntamiento: pulso político y vistas privilegiadas #
Nuestro siguiente destino fue el Ayuntamiento de Valencia, situado en la plaza que lleva su mismo nombre. Este imponente edificio, mezcla de estilos arquitectónicos con predominio del academicismo francés, alberga la sede del gobierno municipal y es uno de los principales focos de la vida política de la ciudad.
La visita al Ayuntamiento incluía la posibilidad de acceder a su gran balcón, desde donde pudimos contemplar la Plaza del Ayuntamiento en toda su amplitud. Esta perspectiva me permitió apreciar mejor la disposición urbanística de esta zona neurálgica de Valencia, con la fuente central y los edificios históricos que la rodean.
El interior del Ayuntamiento también resultó ser una agradable sorpresa. El Salón de Cristal, con su impresionante cúpula acristalada, y el Salón de Plenos, donde se reúne la corporación municipal, destacan por su elegancia y suntuosidad. La escalinata de mármol y las obras de arte que decoran el edificio completan un conjunto que refleja la importancia histórica y política de Valencia.






Mercat Central: un festín para los sentidos #
Dejando atrás el Ayuntamiento, nos dirigimos al Mercat Central de València, uno de los mercados más grandes de Europa y un auténtico templo de la gastronomía valenciana. El edificio en sí ya merece la visita: una construcción modernista inaugurada en 1928 que combina hierro, vidrio y cerámica en una estructura luminosa y funcional.
Pero lo verdaderamente impresionante es su interior. Más de 300 puestos distribuidos en 8.000 metros cuadrados ofrecen todo tipo de productos frescos: frutas y verduras de la huerta valenciana, pescados y mariscos recién traídos del Mediterráneo, carnes de todas clases, embutidos tradicionales, quesos artesanales... Un verdadero paraíso para cualquier amante de la gastronomía.
Nos dejamos llevar por los colores, los aromas y el bullicio característico de un mercado tradicional. Observamos cómo los locales hacían su compra diaria, negociando con vendedores que conocían por su nombre y recibiendo recomendaciones sobre qué productos estaban en su mejor momento. Esta inmersión en lo cotidiano, lejos de las rutas turísticas habituales, nos permitió conectar con el pulso real de la ciudad.


La Lonja de la Seda: el esplendor del gótico civil #
A escasos metros del Mercat Central se encuentra La Lonja de la Seda, probablemente el edificio gótico civil más importante de Europa y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996. Este majestuoso edificio fue construido entre 1482 y 1548 como sede del gremio de mercaderes de la seda, en una época en que Valencia era una potencia comercial mediterránea.
Nada más entrar, el Salón de Contratación o Sala de Columnas me dejó sin palabras. Sus columnas helicoidales, que se elevan hasta un techo de crucería estrellada, crean un espacio que parece más propio de una catedral que de un edificio comercial. La luz que entra por los ventanales góticos ilumina esta sala de manera casi mística, transportándonos a la época dorada del comercio valenciano.
También visitamos el Patio de los Naranjos, un remanso de paz en pleno centro histórico, y el Salón del Consulado del Mar, donde se dirimían los pleitos comerciales. Todo el edificio es un testimonio pétreo del poderío económico y cultural de la Valencia medieval y renacentista.
Como amante de la arquitectura gótica, La Lonja me pareció absolutamente fascinante. La manera en que combina la funcionalidad comercial con la belleza artística es un ejemplo perfecto de cómo la arquitectura puede elevar incluso las actividades más mundanas a la categoría de arte.




Centro Arqueológico de la Almoina: viaje a los orígenes #
Después de pasar por delante de la Catedral (que ya habíamos visto en nuestro primer día), llegamos al Centro Arqueológico de la Almoina, un museo que permite descubrir los orígenes romanos, visigodos y musulmanes de Valencia.
Este espacio museístico se construyó sobre un yacimiento arqueológico descubierto durante unas obras en el centro de la ciudad. Lo más interesante es que se ha conservado in situ, permitiéndonos ver los restos de la Valencia romana (Valentia), visigoda y musulmana tal como fueron descubiertos.
El recorrido a través de pasarelas sobre los restos arqueológicos, acompañado de explicaciones multimedia, nos permitió comprender mejor la evolución histórica de la ciudad desde su fundación en el año 138 a.C. hasta la reconquista cristiana. Ver las antiguas calzadas romanas, los restos de las termas, el baptisterio visigodo y otros vestigios me ayudó a entender que Valencia es el resultado de la superposición de múltiples culturas y civilizaciones a lo largo de más de dos milenios.




Museo Fallero: sumergidos en la tradición valenciana #
Como broche final a nuestro día cultural, visitamos el Museo Fallero, posiblemente el museo más diferente y espectacular que se puede visitar en Valencia. Situado en una antigua estación de bomberos, este espacio está dedicado a una de las tradiciones más características de la ciudad: las Fallas.
El museo alberga todos los "ninots indultats" desde 1934 hasta la actualidad. Estos ninots son las figuras que, por su calidad artística o significado especial, se salvan cada año de la quema durante la "cremà", el acto final de las Fallas donde todas las monumentales estructuras son devoradas por las llamas.
Recorrer las salas del museo es como hacer un viaje por la historia reciente de España y Valencia a través del arte fallero. Los ninots reflejan los cambios sociales, políticos y culturales de cada época, siempre con ese toque de sátira e ironía característico de las Fallas.
Me sorprendió especialmente la evolución técnica y artística de estas figuras a lo largo de las décadas. Desde los primeros ninots hechos con materiales sencillos hasta las sofisticadas creaciones actuales realizadas con técnicas avanzadas, el museo muestra la profesionalización de un arte popular que ha ido ganando en complejidad y refinamiento sin perder su esencia crítica y festiva.
El personal del museo fue extremadamente amable y atento. Cuando me acerqué con algunas preguntas sobre cómo habían gestionado la elección del ninot indultat durante el año de la pandemia, no solo me respondieron con todo detalle sino que además me hablaron de los planes de ampliación que tienen a medio plazo para el museo. Es evidente que sienten verdadera pasión por lo que hacen y por la tradición que preservan.
Para cualquier visitante de Valencia, el Museo Fallero es una parada imprescindible. Incluso si tu visita no coincide con las Fallas (como era nuestro caso), el museo te permite entender la magnitud y el significado de esta fiesta que es mucho más que una simple celebración: es una expresión del carácter, la historia y la identidad valenciana.






El Mercado de Colón: broche final a un día intenso #
Para terminar nuestro recorrido cultural por Valencia, nos dirigimos al Mercado de Colón. A diferencia del Mercat Central, que sigue funcionando como mercado tradicional, el de Colón ha sido reconvertido en un espacio gastronómico y de ocio tras una cuidadosa restauración.
El edificio, otra joya del modernismo valenciano diseñada por Francisco Mora Berenguer e inaugurada en 1916, impresiona tanto por su fachada como por su interior. Los detalles modernistas, con ladrillos a la vista, hierro forjado y elementos decorativos inspirados en la naturaleza, crean un conjunto armonioso y elegante.
Dentro, en lugar de puestos de mercado tradicionales, encontramos cafeterías, restaurantes y tiendas gourmet. El ambiente es relajado y sofisticado, ideal para tomar algo mientras se admira la estructura original del edificio que ha sido respetada en la renovación.
Estando en el mercado se hizo de noche y el lugar ganó un encanto especial con la iluminación artificial. Decidimos tomar algo en una de las terrazas interiores mientras comentábamos todo lo que habíamos visto durante el día. Había sido una jornada intensa pero extremadamente gratificante, un auténtico viaje a través de la historia y la cultura valencianas.
Con la satisfacción de haber aprovechado al máximo el día, emprendimos el camino de regreso a nuestro alojamiento. Mañana sería nuestro último día completo en Valencia y aún nos quedaban algunos lugares por descubrir.





Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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